En Pionyang, capital de Corea del Norte, se disputó por primera vez en 30 años un partido entre los locales y sus vecinos del sur. Histórico como deprimente, debido a que se jugó a puerta cerrada sin aficionados de ninguna nación, el resultado fue un empate en el Grupo H de las eliminatorias para Qatar 2022 de Asia. Aún en guerra, ambas coreas tuvieron un acercamiento político el año pasado, pero poco sirvió tras el enfriamiento una vez más este 2019 ya que incluso las visas para periodistas de Corea del Sur fueron negadas. El duelo, como suelen ser todos los de la selección norcoreana, fue diferido y poco se supo de él en tiempo real, así como la mayoría de lo que engloba esta nación que vive bajo el privado régimen de Kim Jong-un.
En España, tras la decisión del Tribunal Supremo de condenar a prisión a 12 políticos catalanes y activistas por su intento de independencia en 2017, el Barcelona, que en los últimos años se había mantenido al margen, emitió un comunicado rechazando la sentencia y abogando por el diálogo. Uno de los juicios más importantes en la historia del país que duró cuatro meses, tiene ahora con su veredicto en tensión social a Cataluña, donde se prevé una marcha masiva el mismo día del clásico español el 26 de octubre.
En París, no fue el empate entre Francia y Turquía en eliminatorias para la Euro 2020 de lo que se habló tras el encuentro, si no del festejo de gol de los jugadores turcos que por segundo partido realizaron un saludo militar. La cuenta oficial de la Selección de Turquía había mostrado en una fotografía a jugadores y cuerpo técnico también con este gesto en el vestidor tras vencer a Albania “Dedican su victoria a nuestros valientes militares y mártires” dictaba el tweet, en alusión a la orden del presidente turco Erdogan de invadir la frontera siria para quitar a los kurdos, algo condenado por la comunidad internacional. Francia optó por dejar de vender armas a Turquía y en este contexto distintos políticos franceses pidieron que se cancelara el juego en el Stade de France debido a dicha manifestación, “soldados de un ejército enemigo” promulgaron.
En Sofía, Bulgaria, el duelo que pierden los locales 0-6 ante Inglaterra fue interrumpido en dos ocasiones por el árbitro croata Ivan Bebek debido a cánticos racistas, sonidos emulando simios, saludos nazis y mensajes de no respeto hacia la campaña de la UEFA. Jugadores de raza negra como Raheem Sterling, Marcus Rashford y Tyrone Mings fueron las principales víctimas de los coros. Primero al minuto 28 se encendieron los altavoces del estadio para pedir que cesaran estos actos de racismo, se reanudó el juego tres minutos después, para tenerse que interrumpir de vuelta al 43’, tras lo que varios ultras encapuchados abandonaron el recinto. La UEFA ya había sancionado el estadio por actos similares con límite de asientos para dos duelos, incluido el de los ingleses, por lo que ahora se espera una sanción más severa. El presidente de la federación, Borislav Mijailov, ex portero de la selección que llegó a semifinales del Mundial del 94, anunció su dimisión después de que el primer ministro condenó la conducta de los hinchas, pero la federación se distanció de los actos diciendo que no está en sus manos controlar a los hooligans y asegura que es responsabilidad del gobierno.
La combinación de la política y deporte casi nunca sale bien, pero es una realidad desde la primera mitad del siglo pasado. Entendiendo que el futbol va más allá de la cancha y que los estadios siguen siendo utilizados como herramienta de manifestaciones sociales, las sanciones tienen que ser más severas por parte de los organismos correspondientes, hasta el punto en que la parte deportiva quizá tenga que desaparecer antes de desvirtuarse y ocasionar más víctimas directas o indirectas. Eso incluye a México y su grito, uno que el aficionado sigue sin entender de trasfondo.