El Secretario de Estado Mike Pompeo declaró la semana pasada en una entrevista con la cadena ABC this week que existen cantidades significativas de evidencias respecto de que el Covid 19 se originó en un laboratorio de virología en Wuhan, China, aclarando también que no contradecía la opinión de la mayoría de los científicos en el sentido de que el virus Covid 19 no fue diseñado ni modificado genéticamente por el hombre. Sin embargo, mencionó que el Partido Comunista Chino ha actuado como acostumbran los gobiernos autoritarios sin permitir una investigación exhaustiva en el o los lugares en donde se dice se originó la epidemia. Esta es una declaración muy fuerte que bien podría escalar las diferencias existentes entre China y los Estados Unidos de América.
No cabe duda del ascenso vertiginoso que ha tenido en el tablero mundial la hoy poderosa China. Es indispensable considerar los agravios a China en la época de expansión imperialista desde la Guerra del Opio en 1839 hasta el final de la Segunda Guerra mundial en 1949, que se conoce en China como los Cien Años de Humillación Nacional, y que forman parte de una especie de mito fundacional del Partido Comunista Chino, con un no tan vedado espíritu revanchista, pasando por el gran despegue económico que ha tenido China desde las reformas impulsadas por Deng Xiaoping, y su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en el año 2001, con lo cual logró tener acceso a todos los mercados de los países miembros de dicha organización, tanto para adquirir materia prima, transformarla y después comercializarla en dichos países, con un éxito sin precedentes, convirtiéndose en el centro manufacturero del mundo.
Por otro lado, el enorme déficit comercial que tiene Estados Unidos con el gigante asiático quien es además su principal acreedor y competidor así como la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de América de Donald Trump bajo el lema America First quien, con una política proteccionista, puso en marcha una serie de medidas en contra de China para tratar de recuperar algunas de las decenas de miles de industrias que desaparecieron de su país junto con varios millones de empleos desde el ingreso de China a la OMC, colocando así en una franca línea de colisión a los Estados Unidos de América y a China, haciéndonos pensar en el posible regreso de una nueva guerra fría ahora entre estas dos superpotencias en una disputa por la cabeza del orden mundial que detenta Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra mundial.
Por ello las declaraciones de Mike Pompeo y los esfuerzos de la administración Trump en el sentido de deslindar alguna responsabilidad al gobierno Chino por las dramáticas pérdidas en vidas humanas y también en pérdidas económicas causadas por Covid 19 son sin duda necesarias pero también muy delicadas.
La dimensión global de las dos superpotencias, su poderío económico y militar, sumado al de sus respectivos aliados hacen factible prever las desastrosas repercusiones que un conflicto mal manejado entre ambas superpotencias puede ocasionar a todos los demás países y a toda la humanidad en su conjunto como lo podemos constatar con el virus Covid 19 que nos tiene paralizados a todos en todas partes. Es por ello necesario que todos los demás países, en unión de la sociedad civil y la opinión pública mundial levantemos la voz en aras de una colaboración internacional para dirimir posibles controversias por la vía pacífica con base en el derecho, la razón, la colaboración internacional, y en el bien común de todos los pueblos. Sin ello, las posibles agresiones entre ambas potencias serán devastadoras para todos los habitantes del planeta.
*Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.