Tal parece que Estados Unidos encontró la fórmula para debilitar a sus adversarios, Rusia, China y aún Alemania, en la competencia por la supremacía en el nuevo orden mundial que se construye.
El orden mundial que se desmorona, el llamado sistema neoliberal, se basaba en la idea de una aldea global, de hacer a todo el mundo un mercado común, basado en las teorías económicas de la Ventaja Comparativa de David Ricardo. En este sistema global, de mercado abierto, unos países ganaron y otros perdieron y China resultó el mayor ganador indiscutible al sacar a ochocientos millones de personas de la pobreza y lograr crecimientos de su producto interno bruto sorprendentes de hasta el veinte por ciento anual. De la misma manera Rusia logró levantarse de las cenizas y recuperar su poderío militar, lo mismo que Alemania recuperó su predominio y claro liderazgo volviendo a ser la locomotora de Europa. Por su parte, Estados Unidos perdió participación en el producto interno bruto mundial, perdió más de cinco mil industrias que se trasladaron a China y con ello más de cinco millones de puestos de trabajo.
La respuesta de Estados Unidos como potencia mundial en decadencia fue optar por el America First y decidir terminar con el sistema neoliberal en donde China se convertía en la fábrica del mundo, una potencia exportadora, y Estados Unidos perdía capacidad industrial y puestos de trabajo encaminándose a perder la supremacía mundial para trasladarla a China.
En esa aniquilación del sistema global Estados Unidos ha promovido una guerra entre hermanos eslavos, una guerra civil y sin tener que ensuciarse las manos están utilizando al pueblo ucraniano para tratar de debilitar a Rusia enviando armamento y logística militar a Ucrania en una guerra que puede durar muchísimos años. Así mueren rusos y ucranianos matándose entre sí, debilitándose mutuamente, mientras Estados Unidos fortalece a las corporaciones que fabrican armas a costa del pueblo norteamericano, causando inflación en todo el mundo, endeudando a los ucranianos por varias generaciones, para eventualmente cuando ambos países queden exhaustos pueda Estados Unidos consolidar su posición en la región.
Con la visita de Pelosi a Taiwán en días recientes, tal parece que la intención es la misma, aplicar la misma receta, pues la mencionada visita fue una clara provocación a China y una violación a la política de una sola China. En efecto, la visita de Pelosi ha causado un enorme enojo en Pekín, y en última instancia podría desencadenar una invasión de la Isla de Taiwán por parte de China, con lo cual Estados Unidos al igual que con Ucrania podría financiar la resistencia de los Taiwaneses proporcionándoles armas y logística militar, tratando de debilitar a China mientras ellos quedan nuevamente intactos. En ambos casos, provocan guerras a sus más importantes rivales tratando de no tener que ensuciarse las manos para salir fortalecidos.
Esta estrategia de permitir que otros se autodestruyan entre sí, financiando a una de las partes y provocando a la otra, parece tener varias cosas en común con la estrategia que siguieron en la segunda guerra mundial, en donde Estados Unidos entró tarde a la guerra en Europa, pues si la segunda guerra empezó el primero de septiembre de 1939 con la invasión Nazi a Polonia, el desembarco en Normandía tuvo lugar hasta el seis de junio de 1944.
Ojalá esta vez China no caiga en esa provocación y sepa esperar un poco más, como sabe hacerlo, para volver a retomar su lugar como primera potencia mundial. Para que China pueda lograr su objetivo de reincorporar a Taiwán en forma permanente sin afectar los derechos de las personas ni de los pueblos, necesita hacerlo por medio de la razón, el diálogo y el beneficio mutuo, no la guerra.
Si lo dicho hasta aquí no fuera cierto y Nancy Pelosi se hubiera lanzado a Taiwán sólo por apoyar su vibrante democracia, cuando la aceptación de Biden al día de hoy ronda por sólo el treinta por ciento y líderes como Vladimir Putin alcanzan más del setenta por ciento, pues entonces la señora si se merecería el adjetivo propinado por Donald Trump de “Crazy Pelosi”.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia