El pasado 25 de octubre, el huracán Otis impactó las costas de Guerrero, México. Otis es considerado como el huracán más fuerte registrado en el Pacífico mexicano.
A pesar de que días antes se identificó este fenómeno como tormenta tropical, en 12 horas logró convertirse en huracán categoría 5 con vientos de alrededor de 260 y rachas de más de 300 km/hr.
De acuerdo con la revista científica Science, los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos tenían duda de que Otis pasara de tormenta a huracán.
Los expertos inicialmente consideraron que dicha tormenta tendría un fortalecimiento gradual con vientos máximos de 100 km/hr, según los modelos de predicción. Sin embargo, la realidad fue totalmente distinta.
Science señala que los científicos conocen muy bien los ingredientes que generan esta rápida intensificación en las tormentas.
Dos factores clave son: un océano cálido y aire húmedo, los cuales se combinan para alimentar las fuerzas de convección en el centro de la tormenta.
Además, el crecimiento de un huracán depende de la existencia de vientos transversales. La revista apunta que todos estos elementos son fáciles de determinar.
No obstante, el investigador Sharanya Majumdar, de la Universidad de Miami, establece que el problema fue que la estructura de la tormenta no mostraba suficiente claridad como para enviar una señal de alarma.
A pesar de que se identificó que factores ambientales podían convertir la tormenta en algo peligroso, tal estructura no representaba en los modelos de predicción un riesgo.
Fue hasta el martes por la noche, cuando los aviones cazahuracanes pudieron volar dentro de la tormenta y así tomar datos más precisos.
La información recabada mostró que los modelos de pronóstico estaban equivocados, menciona Science. Es decir, se avecinaba el desastre que hoy conocemos.
En entrevista para el NYT, el investigador posdoctoral de la Universidad de Columbia, Jonathan Lin, establece que: “la atmósfera es increíblemente un sistema complejo donde influyen diferentes elementos.
“No obstante, la evidencia disponible sugiere que el cambio climático provoca un aumento importante en el calentamiento de los océanos. Lo que hace que fenómenos como Otis aparezcan y ocurran con más frecuencia”.
Desafortunadamente, Otis y su devastador impacto representan una advertencia más de lo importante de enfrentar el cambio climático.
Tanto la sociedad en general como las autoridades de todos los niveles deben concebir este desastre como una señal de lo que vendrá, si no tomamos acciones realmente contundentes a favor del medio ambiente.
Se tiene que poner en marcha una estrategia integral que incluya planes de mitigación – adaptación, y que tome con urgencia y seriedad una transición en el modelo industrial y
energético hacia uno guiado por una agenda verde.
Todo esto requiere estratégicamente la movilización masiva de recursos económicos, financieros, y tecnológicos. Las autoridades no deben escatimar recursos y tardar en materializar la estrategia.