Cinco años después de ganar la elección como alcalde priista de García en 2009, Jaime Rodríguez tomó una de las decisiones más acertadas de su vida, al renunciar al PRI aquel septiembre de 2014 para buscar por la vía independiente la gubernatura de Nuevo León.
Al año siguiente, 2015, el quinto de la segunda década del siglo, se alzó con el triunfo como gobernador en la elección ganada por el margen más contundente y la votación más copiosa en la historia del estado.
En el 2018, luego de ocupar cuatro cargos de elección popular (diputado federal, diputado local, alcalde de García y gobernador), buscó el quinto al inscribirse como candidato independiente a la Presidencia de la República.
No ganó, pero en su hoja de vida muy pocos mexicanos han competido por ese cargo y además de fama nacional, le dio la autoridad moral para ser hoy la cabeza de la Alianza Federalista.
El miércoles, al entregar su Quinto Informe de Gobierno, el titular del Ejecutivo de Nuevo León tuvo la recepción más cordial y civilizada de su sexenio en el Congreso del Estado, donde los diputados locales no escatimaron en esta ocasión para prodigarle su apoyo y reconocerle el destacado manejo que ha dado a la pandemia del covid-19.
Algunos podrán pensar que su declaración de que ya dejó “atrás la arrogancia” se trata de una mera pose mediática para tratar de congraciarse con la sociedad nuevoleonesa, hoy que corre ya el último año de su administración y muchas de sus promesas, sino es que la mayoría, no se han cumplido y difícilmente se cumplirán en los poco menos de 350 días que le restan a su administración.
Pueden tener razón, pero a los gobernantes les entra la nostalgia hacia el final de su mandato, cuando sienten que ya aprendieron a gobernar, pero el tiempo se les acabó y no hay reelección.
Entonces entienden el valor de la humildad y la importancia de sumar a todas las fuerzas en torno al proyecto de gobierno y el costo de no haberlo hecho, como es el caso.
La soledad política no pesa mucho cuando se tiene todo el poder, pero cuando éste comienza a menguar ya no cabe la soberbia.
Sin poder, ¿qué le queda a Jaime Rodríguez? Tal vez hacer amigos en todo el país y si los astros se alinean, buscar de nuevo el quinto cargo en el 2024.
