El domingo 22 de abril tendremos el primero de tres debates oficiales entre los candidatos a la Presidencia de la República; es deseable que haya más ejercicios de contraste y diálogo entre los contendientes que permitan formarnos una mejor idea de quiénes son, qué y cómo pretenden gobernar México.
En la confección de las reglas y términos para la organización de los debates organizados por el Instituto Nacional Electoral (INE), más que considerar la preocupación de los partidos políticos por si el formato favorece o perjudica a su candidato, debe imperar un principio de flexibilidad y libertad que privilegie la discusión entre los aspirantes, y entender que son para accionar las preferencias electorales al conocer mejor a los candidatos, lo que de ningún modo agravia la equidad electoral.
Uno de los temas que llama la atención en el esquema del primer debate es la incorporación de tres moderadores (tradicionalmente había sido uno), quienes son de probada trayectoria en el ejercicio periodístico y experiencia en la conducción de programas noticiosos y conocimiento de los temas de la coyuntura nacional: Denise Maerker (Televisa), Azucena Uresti (MILENIO) y Sergio Sarmiento (Azteca).
Los periodistas seleccionados tienen un gran reto, pues cuestionarán e interactuarán directamente con los candidatos, entendiendo que en un debate tradicional el moderador solo delimita el tema y los tiempos de participación. Aún más, en el propio acuerdo del INE se refiere que deben ser capaces de generar un contraste entre propuestas y plataformas de cada candidatura, invitar a los participantes a que contesten las preguntas y generar espontaneidad en el debate.
El éxito de un debate electoral depende del formato y de los participantes, y en este nuevo esquema los moderadores serán esenciales para que la novedad planteada por el INE salga de lo acartonado de los precedentes recientes (2006 y 2012).
Durante los periodos electorales, los debates ofrecen la oportunidad a los candidatos de dar a conocer sus distintos proyectos. No obstante, en México se han concentrado en el enfrentamiento personal y no en la presentación de propuestas, y al no obtener la información necesaria para razonar y decidir su voto, el ciudadano queda fuera del espacio y del ejercicio de la comunicación política.
Con este nuevo formato veremos la oferta sobre corrupción, seguridad y los grupos en situación de vulnerabilidad, entre otros, así que basta esperar unas semanas para evaluar este nuevo modelo.