Desviar el cauce del Río Verde y construir una presa a kilómetro y medio de Temacapulín, no sólo salvaría de la inundación a este poblado, y se gastaría menos en bombeo del agua, sino que permitiría elevar la cortina de la presa El Zapotillo a 87 metros.
Esta provocación en forma de propuesta viene de Porfirio Ruvalcaba, uno de los expertos hidráulicos más notables de Jalisco, que pronosticó antes que nadie los graves problemas que tendría la tuneladora de la Línea 3 del Tren Ligero al cruzar el subsuelo de la Calzada Independencia, por la gran cantidad de agua que encontraría a su paso.
La explicación a detalle de esta alternativa se la presentamos en nuestra edición de ayer en El Tema del día, en una más de las entregas que esta semana expuso mi compañero Agustín del Castillo, luego de revisar a detalle el documento de conclusiones que entregó el Comité Asesor Universitario, integrado por especialistas de la UdeG, el ITESO, la Universidad Panamericana y la Universidad Tecnológica de Jalisco, a los diputados que integran la Comisión Especial de Gestión del Agua, hace unos días.
Aunque desde luego lo primero que tendríamos que calcular es el costo beneficio de esta idea y su viabilidad con los recursos que quedan del proyecto El Zapotillo, la propuesta de Ruvalcaba bien podría servir para reabrir este debate que el gobierno estatal parece querer dejar morir por la férrea oposición que ha encontrado, luego de que en junio pasado, tras presentar los estudios de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), optó por construir la presa a 105 metros de altura, con lo que rompió su promesa de no inundar Temacapulín.
El amplio debate al que convocó el propio Gobernador Aristóteles Sandoval luego de esta decisión, está prácticamente suspendido en el callejón sin salida al que han llegado los impulsores y los opositores de El Zapotillo, mientras el sexenio se agota.
Por eso, esta discusión debe reiniciar cuanto antes, más ahora que se sabe que la situación legal actual de El Zapotillo garantiza agua sólo a la ciudad de León. Es decir, todos perdemos.
Es, pues, momento de que los actores que han endurecido posturas vuelvan a la mesa con una auténtica voluntad de llegar a acuerdos en beneficio del Estado y del Área Metropolitana de Guadalajara. No podemos permitir no ponernos de acuerdo y posponer una vez más una decisión vital para el futuro como nos ha sucedido en los últimos 30 años.
La discusión debe incorporar nuevas alternativas. Ahí está ya la de Ruvalcaba y otras que no sólo apelan a la construcción de presas. No podemos dinamitar tampoco lo que se lleva avanzado. Los criterios técnicos, y no las revanchas políticas, deben imponerse a los políticos del cambio generacional que hoy gobiernan les llegó el momento de demostrar si tienen o no la altura de miras que se necesita para cambiar para bien esta historia.
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