Hace unos días, el mundo deportivo lloró la muerte del legendario Cassius Clay, mejor conocido como Alí, fenecido a sus 74 años; a este personaje histórico por su peso político, cultural, deportivo y social, se le ha nombrado en este espacio en varias ocasiones por ser referencia en el liderazgo, la determinación, la disciplina y el valor de salir adelante a pesar de las circunstancias difíciles, como tanta gente común.
Alí dejó una gran lección de vida que considero justo recordar pues a personas, empresas y hasta países, nos sirve de modelo a seguir: le tocó ser parte de la discriminación racial norteamericana de la década de los 60´s y en un café de su misma ciudad no fue atendido “por ser negro”; alegó haber boxeado y ganado contra extranjeros por su país, pero fue marginado del lugar y en señal de protesta arrojó al río la Medalla de Oro Olímpica.
Fue inhabilitado para boxear y se le retiró su campeonato por negarse a ir a la guerra en Vietnam. Comentaba que ningún vietnamita lo había discriminado ni llamado negro, cosa que varios de sus compatriotas sí lo habían hecho; fue guía sin quererlo de muchos jóvenes norteamericanos que no veían lógico ir a matar a otro país, o ser muertos en plenitud de su vida.
Fue el primer boxeador en ganar tres veces el Campeonato de Peso Completo; participó en la llamada Pelea del Siglo cuando se enfrentó a Foreman (a quien él mismo había bautizado como “El Conejo” porque decía que era asustadizo); fue amigo personal de los Beatles y más cercano a Lennon.
Tenía un carisma ineludible y una inteligencia aguda, burlona y sarcástica que lo hicieron amado y odiado por muchos, pues “flotaba como mariposa y picaba como avispa”.
Escribo con lágrimas en los ojos de recordar su participación en la Inauguración de los Juegos Olímpicos de Atlanta´96, cuando le corresponde a él prender el pebetero con la antorcha… ¡cómo se movían sus manos y su cuerpo, atacado por el Mal de Parkinson! Y al final, ganó esa otra pelea.
Por cierto que durante esos Juegos, el Comité Olímpico le repuso la Medalla de Oro ganada en Roma 36 años antes: Honor a quien lo merece.
Gracias, Alí: por estar con nosotros, por enseñarnos cómo se hacen las cosas en la adversidad, por tus ocurrencias y soberbia bien ganadas y porque tuvimos en ti, al Más Grande de todos.