¿Las empresas dependen de los consumidores, o los que adquirimos sus bienes y servicios dependemos de los negocios que los producen?
A más de un mes de esta “nueva realidad”, y reactivando poco a poco como sociedad la economía, cabe reflexionar, ¿quién depende de quién?
Dependiendo de los productos a que se refieran y, por ende, la satisfacción de necesidades o deseos de la gente, variará el grado de dependencia de un lado y del otro.
Si fuera el servicio vital como el agua o la electricidad (incluso la recolección de basura) es obvio que dependemos de las empresas del gobierno: satisface la necesidad básica.
Si el caso fuera de algún bien o servicio, sí vitales, pero con más opciones por elegir por parte de la persona que lo puede adquirir, como: la seguridad en su casa o negocio, la mensajería de paquetes, el transporte o la atención en salud para usted y sus seres queridos, esos negocios dependen del cliente: satisface la necesidad, pero le da valor agregado: cubrir el gusto en cómo ser atendido.
Y en el caso extremo de ciertos deseos ostentosos como: el servicio hotelero, la industria de la ropa y hasta el restaurantero (algunos con giros muy específicos, y por ende, caros) ya dependen de la gran capacidad del poder adquisitivo del individuo: impera más la satisfacción del gusto.
Las empresas dependen del cliente, pues en los negocios que no maneja el gobierno, hay varias opciones iguales a su bien o servicio en el mercado, que pugnan por la preferencia de la lealtad del consumidor y, de ahí, la lucha de las organizaciones privadas por “perrearse” a su mercado meta.
En materia de Economía, existen dos fuerzas naturales llamadas oferta y demanda, y esta realidad social (frívola o no) es la que se debe cuidar en esta “nueva realidad”. _
