En medio de la inauguración del XIII Festival Internacional de Poesía de Granada y ante la asistencia de más de 100 poetas de 61 países, la filial Nicaragua del PEN Internacional llamó ayer a “cesar el hostigamiento” contra el célebre poeta y sacerdote trapense Ernesto Cardenal y que se deje sin efecto una demanda que le ordena pagar más de 800 mil dólares por un juicio del cual fue absuelto en 2010.
En un comunicado, el PEN —presidido por la poeta y novelista Gioconda Belli— expresa su “más rotunda solidaridad” con el poeta mayor de Nicaragua e icono de América Latina, autor de Cántico cósmico; ministro de Cultura de la revolución sandinista (1979-90) y hoy férreo opositor al presidente Daniel Ortega, su antiguo camarada de lucha contra Somoza, pero a quien Cardenal acusa de “dictador” tras una década en el poder.
El fin de semana, Cardenal fue notificado de la “multa” que debe pagar a una antigua empleada que reclama ser dueña de un hotel en Solentiname, el mítico archipiélago del Gran Lago de Nicaragua donde el poeta granadino promovió desde 1960 un movimiento pictórico primitivista de proyección mundial. Años atrás, el gobierno de Ortega ya le había congelado las cuentas bancarias al autor de Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, lo cual fue atribuido por Cardenal a una “represalia política”.
También el escritor Sergio Ramírez, premio Internacional Carlos Fuentes y Premio Alfaguara de Novela, deploró en un conmovedor texto titulado “Los jueces de Caifás” el fallo contra Cardenal por “un proceso que le inventaron hace tiempo” y que podría incluir la subasta de su casa, “el único bien que Ernesto posee sobre la tierra, y nunca ha querido más. Cuando los jueces la subasten, no servirá de mucho para abonar esa deuda de inquina y odio que le cobran. No servirá que sepan que por su puerta entraron un día Günter Grass, Graham Greene, García Márquez, Julio Cortázar, Harold Pinter”.
Sergio Ramírez añade que la casa de Cardenal “es la misma donde ha vivido por casi cuarenta años, desde el triunfo de la revolución”. “Adentro lo que hay es penumbra (...) y unas cuantas esculturas, cactus, garzas, peces, armadillos en las que él sigue trabajando a sus 92 años, y que son su principal fuente de ingreso. (...) Tirria, decimos en Nicaragua. Le tienen tirria por ser tan grande y por hablar tan alto, por no callarse nunca”.
Prosigue el también ex vicepresidente de Niucaragua: “(...) el poder quiere humillarlo. La pretensión es dejarlo en la calle”. Pero “no hay más, poeta, le digo, son unos pocos pasos, se viene para mi casa con sus cuatro bártulos, y sus libros, si es que no le secuestran sus libros. Tulita mi mujer estará feliz de recibirlo. Imagínese lo bien que la vamos a pasar, conversando”. “Eso sí —añade Ramírez—, prepárese para una gran disputa, porque serán miles en Nicaragua los que querrán llevárselo a vivir con ellos también, un honor así no pasa tan fácilmente desapercibido, como no pasa desapercibida esta injusticia colosal a la que lo someten los jueces de Caifás”.