El anuncio que realizó el Inegi en el sentido de que nuestro país creció 0.1 por ciento con respecto al segundo, con base en cifras ajustadas por estacionalidad, lo que representa un estancamiento del segundo trimestre, en el lapso julio- septiembre de 2019 el Producto Interno Bruto.
Este escenario ha sido desplazado de la agenda mediática, ante el despliegue informativo de temas como las persecuciones políticas contra personajes del pasado o el cuestionamiento de la opinión pública a los sucesos que tuvieron lugar la semana pasada en Culiacán, Sinaloa.
Sin embargo, la situación no es menor porque en contraparte la economía estadunidense sí ha tenido un crecimiento, que con base enla actividad comercial conjunta que tenemos como socios comerciales, debería haber tenido un impacto en nuestra economía. En el reporte preliminar del Inegi se indicó que las actividades primarias crecieron 3.5 por ciento, mientras que las secundarias cayeron 0.1 por ciento.
Por eso resulta de vital importancia poner en la agenda del debate la necesidad de que el país requiere de medidas drásticas ante la debilidad de nuestra economía, lo que demuestra la necesidad de aplicar un programa de reactivación que evite la continuación del estancamiento económico. Ante la tendencia negativa del PIB, es indispensable evitar consecuencias que tendrá la caída de la inversión productiva, particularmente en el mercado laboral y el consumo de las familias. Es necesario establecer un programa económico emergente, con el objetivo de evitar que la recesión que tiene el sector industrial termine, porque sus consecuencias comienzan a llegar al mercado interno. Continuar con narrativas de escándalos para distraer la atención no ayuda a la situación económica real, en donde la realidad diaria puede comenzar a ser afectada y generar un malestar social generalizado, ¿no cree usted?