Las cartas que envío el Presidente Andrés Manuel López Obrador al Rey de España y al Papa, en el que solicita una disculpa por los agravios causados, han sido motivo de una amplia discusión en todos los ámbitos sociales.
En tiempos de redes sociales, los “memes” han sido el mejor reflejo de la sorpresa que representó la propuesta, siendo motivo de sarcasmos producto del ingenio popular, por lo que de inicio se puede señalar que no tuvo un impacto social favorable.
La respuesta del Gobierno de España fue muy clara y respetuosa, al señalar que lo sucedido hace 500 años no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas y propone continuar construyendo las relaciones de amistad entre ambas naciones.
A esta postura, habría que agregar que hace 500 años España no existía como hoy la conocemos y México tampoco era el país que ahora conformamos. Generar una narrativa de este tipo lleva inexorablemente a un discurso de odio, se basa en un falso nacionalismo que poco aporta a la unión social y fomenta la confrontación e incluso posibles posturas xenófobas.
A lo largo de 500 años, tanto México como España hemos vivido períodos muy crueles y difíciles, que han dejado heridas pero también fortalecido la identidad nacional. Nuestra historia nos sirve para generar cohesión social, pero sobre todo, para hermanarnos como países que tenemos tantas cosas en común.
No podemos seguir en la postura de los buenos y los malos. En pleno Siglo XXI, somos naciones que día con día trabajan para desarrollarse en un mundo cada vez más competitivo, por eso más que pedir disculpas, quedémonos con lo mejor de ambos en esta larga relación y continuemos construyendo prosperidad mutua a partir de nuestros lazos de afinidad, ¿no cree Usted?