La imagen de un migrante muerto y su hija en el río Bravo, en la frontera de Tamaulipas con Estados Unidos, le dio la vuelta al mundo. Es la muestra más clara de tragedia de los migrantes que buscan las oportunidades que en su país no tuvieron, y que muchos terminan pagando con su propia vida.
La grave situación por la que atraviesan los países centroamericanos es el origen de la migración masiva que atraviesa nuestro país, además de que se ha creado toda una red que trafica con el traslado de las personas aprovechando la situación de necesidad de salir de sus países. A ese escenario, debemos agregarle la reciente negociación que el Gobierno de México tuvo con el Gobierno de los Estados Unidos, en donde la principal demanda fue detener el flujo migratorio, justo en el contexto de la ratificación del T-MEC, el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, con el agregado de que la campaña por la Presidencia de los Estados Unidos prácticamente ya inició.
Queda en las mesas de debate la pregunta si la negociación que se tuvo fue la mejor, pero debemos de tener claro que se tenía que actuar con responsabilidad, para evitar sanciones comerciales que podían tener repercusiones de mayores dimensiones e impacto en materia económica.
Ante esa situación, se evidencia que la acción de gobierno no es la misma que la actividad proselitista, porque la toma de decisiones lleva consigo asumir costos de diversa índole.
Ahora, es el momento de ver como se debe atender el fenómeno migratorio, sin olvidar la postura tradicional de México de asilo a los migrantes, y al mismo tiempo cumplir con los compromisos adquiridos con los Estados Unidos, para evitar en la medida de lo posible que se repitan desgracias en nuestra frontera, ¿no cree usted?
