
El mundo muxe es inabarcable. Dicen. Son voces reunidas en la Ciudad de México. Es un collage de voces y matices que hablan de su mundo. Es Karla, es Eriván, es Naela. Las acompaña Miho Ahino, la artista visual japonesa-mexicana que entró en sus corazones.
Todas luchan por conservar su identidad. Es la fantasía muxe. Son muxes y muxas. Karla Rey lidera el colectivo Verbena Muxe. Por un instante sus recuerdos la hacen sollozar. Guarda silencio tres segundos. Entonces es consolada por su vecina, Argelia Diana Gutiérrez Lujan, artista multidisciplinaria. Karla toma aire y dice que ellas nacieron atrapadas en un clavel. “Soy muxe, soy tu reina”.



Y dirán más.
Luego danzarán vestidas con trajes regionales tejidos por ellas. Ondearán sus faldas con holanes y pliegues que hacen olas en una fiesta con música, textiles y maquillajes.
Primero hilarán historias en este rincón llamado San Ángel. Ellas que son un tercer género brotado en la cintura del país y más allá.
Lo recitan al aire.
Se le preguntará:
—¿Y quién es Karla Rey?
—Una chica multidisciplinaria, una artista, una persona, una chica trans.
También:
—¿Y por qué están aquí, en Ciudad de México?
— Ya nuestra vida está aquí. La migración nos hace que estemos aquí.
Los trajes regionales engalanan la tarde en el auditorio del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, donde les da la bienvenida Tamara Aranda, investigadora del Instituto, perteneciente a la Secretaría de Cultura.
Históricamente, dirá Tamara Aranda, “el Istmo de Tehuantepec ha impresionado a viajeros, empresarios y científicos por su riqueza natural, por la belleza de sus paisajes y por la fuerza política de su población, orgullosa de su identidad y su cultura”.
“Hoy hablaremos sobre bordado de aguja chica, tejido de aguja de gancho, la cadenilla y el telar, de la joyería, el calzado, peinado y maquillaje, usado en las velas, ceremonias religiosas, festividades diurnas y nocturnas que se engalanan con la presencia y el arte que hoy vemos”.
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Y es cuando hablan de mujeres fuertes y poderosas, mientras exhiben trajes regionales confeccionados por artesanas que ya fallecieron. Personas que los elaboraron en el Istmo de Tehuantepec durante las décadas de los cuarenta a los sesenta. Son recuerdos vivos, ahora presentes en esta sala.
Entonces comenzará la riqueza de voces que lanzan preguntas sobre los terciopelos de ahora. Es como traer una bolsa de plástico. Los más originales son el telar. Con el cambio climático te ahogas. Ya no hay producción de algodón, ya no hay sedas. Las istmeñas viajaban a Guatemala para comprar las telas. “Bienvenidos al reinado del poliéster”.
Y bienvenidos a la industria que está destruyendo, como los productos chinos, que hacen huipiles. No, no aprecian el trabajo que se hace en una máquina antigua. Nuestras mismas paisanas no van a pagar trajes de 50 mil pesos. Sí hay bordadoras pero sin la técnica de antes.
Karla, colecciona mantones, desciende de mujeres bordadoras. He procurado ser muy purista. Nuestra cultura sigue viva. Hay diseñadoras que piratean la ropa tradicional y las venden caras. Nuestra historia se escribe a través de nuestros textiles. Por ejemplo nuestras cadenillas.
Habla del tipo hilos, tejidos y de vestuario que se hizo de una envoltura de piano. La cultura china es la madre de todas las culturas. Llegaban los mantones con influencia arábiga. El tiempo pasa y modifica. Ya no existe esa gente que las hacía a mano. Nos acostumbramos a lo que hay.
Hacen fibras naturales con algodón, enredos y huipiles, se pintan con grana cochinilla y con añil. Cincuenta años atrás no podíamos usar los trajes istmeños. La primera fue Amaranta Gómez Regalado. Ellas se agarraron a chingadazos para que los pudiéramos usar. Hoy somos más visibles, pero no significa que seamos respetadas, porque todavía hay prejuicios.
No pedimos que nos acepten, dice Eriván, lo que pido es respeto. El respeto a mi vida privada. Muchas veces somos discriminadas en la vela. Pues vamos a hacer nuestra vela, ¿no?, y ahora nuestra vela es la más famosa.
Siempre tiene más presencia un muxe que una mujer, pero no hay que discriminar a nadie. Hay gente que respeta y hay gente que no. El mundo Muxe es grande, inabarcable.
Ser muxe en el istmo es el hombre toma la batuta como mujer. Hace tiempo la definición era del hijo que se queda en casa. Eran las mejores cocineras. Las mejores peinadoras. Todavía nos ven mal. Y qué pasa con los muxes que se van. Se van a estudiar. Dejaron su tierra. Hay muxes que son de Guadalajara. Y Karla nos da visibilidad.
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Y aquí está Karla Rey, de 35 años, artista multidisciplinaria con estudios en danza regional y artes plásticas. Su gusto por el textil lo heredó de su abuela paterna. Aprendió a bordar “ya grande, de 19 años”.
—¿Tú eres una de las sobrevivientes bordadoras que heredaron esta cultura de tus antepasados?
—Sí, bueno, nunca lo había pensado como sobreviviente, pero… a lo mejor de la técnica de aguja chica, sí, porque actualmente se hace mucho el tejido, el de gancho; nunca lo había visto como una sobreviviente, porque todavía es una actividad que sigue vigente. Ya los materiales han cambiado mucho, pero la técnica es la que sigue viva.
Del mismo colectivo está Naela López, de 26 años, maestra de danza tradicional oaxaqueña, fundadora del colectivo Paloma Morena y colaboradora de Verbena Muxe.
—¿Y quién es Naela?— se le pregunta.
—Soy promotora cultural, defensora de las muxes y de la cultura afrodescendiente del istmo de Tehuantepec y de la costa de Oaxaca.
—Y también tejes…
—Yo rescato y soy peinadora tradicional; hago todos los peinados tradicionales del istmo y también me dedico a promover la cultura, como son todas sus danzas autóctonas y sus sones tradicionales.
Las acompaña Eriván Toral Ceballos, diseñadora de modas, originaria del municipio de Ixtaltepec, Oaxaca. Desde hace tres años radica en Ciudad de México. Dice que emigró a partir de la tragedia que produjeron los temblores en la región del Istmo de Tehuantepec.
Como sus demás compañeras, se presenta enfundada en un traje regional diseñado por ella misma. Se adorna la cabeza con flores y, como sus compañeras, resalta en sus labios el color carmesí. En su danza ondeaba como las demás su amplia falda de colores encendidos.
Eriván es reina representante de la Vela Muxe en Ciudad de México en hermandad con las velas de la ciudad de Oaxaca.
Todas hilan resistencias.
