Vaya historia la que está escribiéndose, desde hace algunas horas en el Reino Unido, pues en estos minutos la Gran Bretaña ha iniciado el proceso de evaluación y despedida del grupo económico más fuerte del mundo, la Eurozona, a la cual, hay que decir, se integró hace 44 años, casi antes que ninguno otro de los países de la región. Esto ocurre luego de que la Primer Ministro activara el denominado Artículo 50 con el que arrancan las largas negociaciones en la materia.
Hay que recordar que el año pasado, mediante una convocatoria electoral se le planteó a la sociedad la opción de seguir o no en la comunidad económica europea, lo que dio el insospechado resutlado de que el 52% de los votantes se pronunciara a favor del famoso Brexit, es decir, de la salida del citado bloque económico.
Se ha informado que la etapa que ahora inicia podría tomar, en el mejor de los casos, de dos a cinco años en lo que han llamado el divorcio económico entre las partes, donde el descalabro llevará una enorme relación de eventos considerando que el Reino Unido tiene gran influencia financiera en la región no solo por lo que representa Inglaterra, como nación, para el grupo, sino porque el Reino se conforma de tres países más: Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
Dado lo anterior, en este momento, el escenario que plantea la aplicación del Artículo 50 es convocar a Reino Unido a la retirada unilateral, y al mismo tiempo, desarticulando las sociedades económicas de la terna de países que le acompaña, y además, una escabroza negociación con el grupo macroenómico europeo integrado por 32 de sus naciones.
Aunado a ello, dicha negociación representa, entre otros objetivos, buscar el consenso del 72% de esa treintena de países, y aún así, que ese 72% cumpla con un requisito más: sumar el 65% de la población europea, lo que hace aún más compleja dicha conformación.
Claramente, como dicen los propios hisotriadores, este es un hecho sin precedente, aún cuando Groenlandia –considerado más un territorio que un país, con 60 mil habitantes y siendo la pesca su principal activo-, se separó de Dinamarca en la década de los ochenta, tomándole tres años.
Asimismo, otras interrogantes por resolver en esta etapa son: Qué pasara con 3 millones de ciudadanos de la Comunidad Europea asentados en los últimos años en Reino Unido y, al mismo tiempo, qué pasará con los ciduadanos ingleses asentados en otros países del grupo europeo.
Así también, otro duelo que este momento representa es en materia legal ante la derogación de las leyes económicas que regulan a la comunidad en su relación con Gran Bretaña, y al mismo tiempo, la creación de las nuevas legislaciones que habrán de regir el marco económico en Reino Unido tras su probable salida de la eurozona.
Si algo saliera mal en el camino, y el Brexit se convirtiera en un tremendo disparate, la Gran Bretaña tendría que pagar al grupo económico europeo una multa de 50 mil millones de libras, que al tipo de cambio de hoy serían poco más de 1 billón (un millón de millones) de pesos mexicanos, que para el momento en que se diera la presunta multa, en un lapso de 5 a 10 años, el valor de dichas divisas podría haber aumentado hasta en un 30%, dejando dicha cifra en casi un billon y medio de pesos mexicanos, para entonces. Aunado a ello, los países que conforman al Reino Unido tendrían que reiniciar el pago de aranceles con el resto de la comunidad, lo que también modificaría su macoeconomía, especialmente en el tema de las importaciones y las exportaciones.
Y es que intentar comprender una decisión como la que "tomaron" el año pasado, y de la que apenas comenzarán a ver sus verdaderos efectos, es sin duda, un caso de verdaderos conocerdores del tema, pues uno como ciudadano de a pie no puede más que preguntarse si en verdad hay un interés generalizado de aquellos ciudadanos por salir de la Unión Europea, y en el mejor de los casos, qué buscaban en realdiad al intentar "salir"... pues desde acá, eso aún no queda muy claro... con todo y que otros, desde allá, tampoco parecen comprenderlo del todo.
Y es que cuando uno revisa algunos datos de aquella votación, ciertamente, surgen más dudas que respuestas. Como por ejemplo: ¿qué certeza da, en materia de representatividad que una mayoría esté representada por un 52%, apenas dos puntos por encima de una media, ante una decisión tan trascendental como lo parece el Brexit; cómo saber qué parte del cuarteto de naciones que constituyen al Reino Unido, son los verdaderamente interesados en esta resolución, y estar seguros que un país de los cuatro no está comprometiendo al otro y; que nacionalidad tiene ese 2%; y algo interesantísimo de la hazaña británica: ese 2%, son un millón 700 mil ciudadanos de una nación de 55 millones de personas... y ello sin considerar los efectos que tendrá sobre 65% de la población europea del grupo económico.
Por obvias que parezcan las respuestas, claramente, estamos frente a un evento sin precedentes que, probablemente, más que algarabía termine causando estragos insospechados no solo en ese conjunto de países, sino en el continente y, por consecuencia, en otras latitudes debido a las influyentes conexiones que una nación de tales características tiene no solo con su comundiad sino, también, por sus vínculos con Estados Unidos, Alemania, Francia y China, y ello sin dejar de lado, los efectos que ello puede tener en la frágil economía mexicana.