"La Revolución fracasó porque triunfó sólo con las armas, (...) se quiso confiar el triunfo de la Revolución a políticos y militares que jamás podrán realizar la parte esencial de un movimiento social. Para que un movimiento social pueda triunfar se necesita del nacimiento de una nueva ideología, de un nuevo punto de vista (...) de una nueva generación, y esa generación somos nosotros, y por eso afirmamos que nosotros somos la Revolución". Cosío Villegas, Daniel; "La Riqueza de México", en La Antorcha, México. 30 de mayo de 1925, p. 32.
Vale la pena traer a la memoria que durante la dictadura porfiriana y una vez desaparecido el excelso Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra –el Maestro de América- se consolidó como el intelectual que orientó a las nuevas generaciones; su obra cultural es una de las más ricas y vastas de su tiempo. Para 1909 en pleno ocaso del régimen, surge el egregio "Ateneo de la Juventud" integrado por: Alfonso Reyes, Julio Torri, Martín Luis Guzmán, Luis Castillo Ledón, Enrique González Martínez, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Isidro Fabela, Julián Carrillo, Manuel M. Ponce y Diego Rivera. Todos ellos tuvieron una enorme empresa cultural, con un nuevo enfoque de la producción y divulgación del conocimiento, una vocación política, artística y humanista que cristalizó en una revaloración de la mexicanidad.
Con la lucha armada interna (Revolución) y externa (Gran Guerra) en pleno apogeo todo significado de pasado, presente y futuro resultaban totalmente inciertos ante la muerte y profundamente provocadores delante de los grandes problemas nacionales e internacionales; unos mexicanos acudieron al llamado en las trincheras de las armas y otros tantos a la lucha de una trinchera mayor: la académica. La misión de guiar la reorganización de nuestro país la asumieron mexicanos como "Los 7 Sabios" de "La Generación de 1915", la construcción de instituciones, el asesoramiento de la gente de poder (políticos, militares, caudillos, líderes sindicales, etc.,) o el ejercicio de la burocracia estatal fue asumida por Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Alfonso Caso, Teófilo Olea y Leyva, Miguel Palacios Macedo, Alberto Vázquez del Mercado, José Moreno Baca, Manuel Toussaint, Narciso Bassols, Antonio Castro Leal y Daniel Cosío Villegas –entre los más destacados–; para la época eran jóvenes universitarios menores de 25 años predominantemente de la clase media, de orígenes geográficos diversos, perfiles ideológicos distintos pero con un profundo amor por su país como vocación. Y como fin en común, hacer de su patria un mejor lugar para todos.
1915 para México fue una año de inflexión crítica, pues la Revolución arrojaba grandes déficits económicos e industriales, enormes demandas educativas, médicas, agrarias y laborales, la pacificación social pendiente sólo fue posible gracias al entusiasmo intelectual, exuberancia pedagógica y a la exaltación cultural de esa pequeña comunidad académica conocida hoy como "Los 7 Sabios" de "La Generación de 1915", pues su trabajo apostólico demostró que dejaron un mejor país del que recibieron; con la enorme virtud de que las futuras generaciones podamos dar lo mejor de sí. Estamos por cerrar el presente año y no podemos dejar de recordar –y a manera de tributo– a una de las más grandes camadas de mexicanos, constructores del Estado mexicano moderno; pues el siglo XXI nos exige a todos estar a su altura.