He escrito muy poco y actualmente casi nunca escribo.
En la escuela no escribía. Jamás llené un cuaderno. Me di cuenta desde primaria que aprendía mejor sin tomar apuntes; sólo escuchando la clase y leyendo todo el libro de texto asignado.
Tengo muy mala letra. Apresurada, incompleta, ilegible, casi como una taquigrafía que únicamente yo conozco.
No llevo un diario ni tampoco alguna agenda en papel. Rara vez tomo un lápiz o una pluma. Utilizo una firma sencilla de tres rápidos trazos.
No sé usar una máquina de escribir, nunca tuve una y no recuerdo haberla usado alguna vez.
Ya son 25 años que escribo para periódicos y revistas. Desde siempre lo hago con el teclado de una computadora y con el procesador de palabra.
Así también escribo en Twitter, la única red social que utilizo para distraerme.
Uso poco whatsapp, no estoy en algún grupo allí y tengo 18 contactos nada más. Apenas hace un año quise usar un iPhone que me regaló mi hijo, pero no sé escribir con los pulgares veloces.
Pueden pasar horas sin que lo vea y trato también de ignorarlo. (Al teléfono, no al hijo)
Me gusta el correo electrónico, lo prefiero porque puedes leerlo y responderlo con tiempo y con calma, no es exigente, impertinente, ni es un esclavo de la urgencia.
Soy diestro y hace pocos días me fracturé el brazo derecho jugando basquetbol. Con el brazo y la mano derecha inmovilizada escribo esta columna usando la mano izquierda.
Las ideas fluyen de manera diferente así y compruebo nuevamente que escribir es un acto tan físico como intelectual.