Niall Ferguson es un historiador británico famoso, da clases en Stanford y en Oxford. Su libro “El triunfo del dinero” es un referente en Historia económica, la BBC de Londres le hizo una serie-documental que millones ya han visto en Netflix.
Ahora estoy leyendo “La plaza y la torre”, un volumen de 655 páginas donde Ferguson cuestiona por qué la Historia tradicionalmente es presentada en forma jerárquica; es decir, por qué popularmente se enseña Historia como si fuera el resultado de la voluntad y de la personalidad de reyes, presidentes, o generales, y de sus actos de poder y de gobierno.
Ferguson confirma que explicar los acontecimientos históricos a partir de voluntarismos personales y de jerarquías institucionales es una visión limitada y peligrosa. Reitera esa advertencia que cada generación parece olvidar: La Historia es una descripción de hechos pasados, no es una receta infalible para intenciones futuras.
La analogía es simple. La Torre es la jerarquía institucional y la Plaza son las redes sociales. Si bien gracias a Facebook y Twitter los científicos sociales ahora han podido experimentar en tiempo real la teoría de redes, Ferguson nos recuerda que las redes sociales han existido siempre; desde la tribu prehistórica que se comunicaba con gestos y gritos hasta las redes comerciales marítimas que permitieron la expansión de los imperios inglés, portugués, español, y chino.
¿Cuáles fueron las redes sociales más importantes durante El Renacimiento? ¿Cómo podemos explicar el dominio de algunas redes económicas sobre otras durante la Revolución Industrial? ¿Por qué la red de influencia especulativa fue tan poderosa como la jerarquía monetaria en la quiebra del Banco de Inglaterra? ¿O en la caída de la Unión Soviética?
El libro responde deliciosamente éstas y muchas preguntas, también nos explica cómo los movimientos populistas actuales han usado y siguen usando las redes sociales para fanatizar a su turba de seguidores en esta época del culto a la personalidad, de los datos mentirosos y del fundamentalismo político.