El consumidor asume que si los autos se venden en el mercado es porque deben ser seguros, no habría por qué desconfiar cuando la compra se hace en agencias automotrices con permiso para operar y que todo indica operan dentro de la legalidad.
La publicidad automotriz es omnipresente en México. Hay programas de televisión, radio y podcasts que revisan las marcas y recomiendan a los usuarios qué automóvil es más veloz, cuál consume menos gasolina, si una SUV tiene más espacio que otra, los detalles de lujo o accesorios que distinguen a los modelos.
Nadie supondría que las autoridades autorizarían la venta de vehículos inseguros, que pudieran poner en riesgo la vida de sus usuarios, pero así es. Las marcas aún nos venden vehículos inseguros y las grandes automotrices aún se amparan en la falta de rigor de parte de las autoridades para salvar vidas.
También se asume que cuando hablamos de accidentes, siniestros viales, colisiones, choques o como se les llame, la responsabilidad es del conductor del vehículo: se descuidó, se quedó dormido, se distrajo, fue imprudente, iba tomado, etc. Se supone que si algo falló es el factor humano.
Solo que esto no es así, al menos no en la mayor parte de las veces. La Organización Mundial de la Salud desarrolló desde hace años los cinco pilares de la seguridad vial, uno dedicado a los vehículos.
Por ello recomienda que los automóviles ofrezcan altos niveles de protección, pero durante décadas los autos más populares en México (Tsuru y Volkswagen) se vendieron masivamente a pesar de no contar con prácticamente ninguna medida de seguridad de las que se volvieron obligatorias en Europa desde los años ochenta: bolsas de aire, cinturones de seguridad de tres puntos, seguros de retención para las sillas de menores y control electrónico de estabilidad (ver aquí), cuya falta ocasiona los sobrevirajes y volcaduras a velocidades relativamente bajas, es decir, apenas por arriba de los 60 kilómetros por hora.
En México apenas hace unos años comenzó a revisarse la seguridad de los vehículos con mayor atención, gracias en mucho a la intervención de agrupaciones de consumidores y organizaciones de la sociedad civil.
También a las pruebas independientes que realiza una organización civil sin fines de lucro, denominada LatinNcap, que consiste en un programa de evaluación de vehículos nuevos, creado en 2010 con apoyo del BID.
Aunque la norma oficial mexicana 194 regula la seguridad y características de los vehículos en México, ha sido difícil avanzar, al punto que Renault y Suzuki acaban de ser expuestas por vender vehículos con cero estrellas de seguridad.
Se trata de la popular camioneta Duster, que en las pruebas de seguridad que organiza la agrupación independiente LatiNcap obtuvo cero estrellas de seguridad, lo mismo que el Swift. Las empresas respondieron que cumplen con todo lo que la ley les pide, lo cual puede ser cierto, pero no quita la inseguridad a sus vehículos.
Así, hay automotrices que mantienen un doble estándar. Envían fuera del país vehículos más seguros y acá los venden con lo mínimo. El mercado no garantiza nada.
@hzamarron