¿Será que a Culiacán le van a quitar lo chilo? Si algo caracteriza a la capital de Sinaloa en los últimos años es el giro que han tomado las políticas públicas en favor de la movilidad suave, lo que pronto podría sufrir un gran retroceso si el nuevo alcalde, Juan de Dios Gámez, confunde distanciarse del pasado con eliminar obras que han probado sus beneficios en la protección de peatones y ciclistas, los usuarios más vulnerables de la calle.
El nuevo alcalde, nombrado por el Congreso tras la aprobación del desafuero de Jesús Estrada Ferreiro, comenzó con el pie izquierdo al retirar la peatonalización que durante la pandemia se realizó alrededor del mercado, en pleno centro de la ciudad.
Algunos comerciantes se quejaron, tal y como ha pasado en muchas otras ciudades cuando se inician obras peatonales, al creer que al cerrar el paso a los autos perderían clientes.
Gámez los escuchó y aceptó retirar los macetones colocados con el visto bueno del Instituto Municipal de Planeación de Culiacán, una ciudad que se caracteriza por intervenciones selectas en su espacio público, minoritarias lamentablemente, pero interesantes.
Desde la visita y consejería que realizó el urbanista Enrique Peñalosa durante la gestión del alcalde Jesús Vizcarra (2008-2010), de la cual surgió el libro Una ciudad más humana, hasta el paso de directores muy profesionales en el Implan como Juan Carlos Rojo y de Luis Carlos Lara, como subdirector, al frente de un equipo técnico muy sólido que ha hecho alianza con la sociedad civil para impulsar el retiro de puentes antipeatonales, al menos cinco hasta ahora y con resultados espectaculares en la disminución de lesiones graves y muertes, así como con la construcción de pasos seguros.
Sinaloa, el tercer estado con mayor número de muertes infantiles por hechos viales, el número de personas jóvenes que fallecen o quedan con incapacidades permanentes debido a las colisiones vehiculares es elevadísimo, incluso llega a superar las muertes que produce la violencia.
Lo chilo de Culiacán también se ve amenazado por una obra anunciada por el gobernador Rubén Rocha: la construcción de un anillo periférico para la ciudad: “Les digo una que estoy acariciando, una gran obra, quiero impulsar y estoy trabajando para eso el anillo periférico de Culiacán, toda esta parte que nos ayude a realmente relanzar en una planeación urbana a la capital del estado. Es una gran obra, voy a hacer todo el esfuerzo por empezarla”.
Esa autopista urbana, que eso son los periféricos, tendría un costo de 3 mil 300 millones de pesos, según estimó la Secretaría de Obras, una cantidad similar a la que se invirtió en la nueva Línea 2 del Cablebús de Ciudad de México o un poco más de los 2 mil 800 millones que costó construir los primeros 16 km de la Línea 3 del Metrobús.
Al gobernador le parece que sería su gran obra y así se lo dijo al presidente López Obrador.
¿Pensarán lo mismo los culichis? Sobre todo quienes deben viajar en el pésimo transporte público que tienen, en esas unidades viejas y destartaladas que contaminan el centro histórico? Y más cuando les toca pasar horas en el tráfico que genera el más de medio millón de vehículos que tiene la ciudad, para poco menos de un millón de habitantes.
Culiacán está a debate.
Héctor Zamarrónhector.zamarron@milenio.com
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