Tomar un carril de una avenida principal, como Insurgentes, para destinarla a otro tipo de transporte que no sea el vehículo privado es una decisión atrevida, difícil de ejecutar y generadora de grandes resistencias. Aun así, en dos ocasiones se le ha intervenido para distribuir el espacio disponible entre todos los usuarios de la calle.
La primera vez fue en 2004 cuando se decidió que la primera línea del Metrobús se construiría en esa vialidad, para lo cual se le destinó un carril exclusivo y se expulsaron los microbuses y camiones. Tres lustros más tarde, el gobierno de Claudia Sheinbaum toma otro carril para convertirlo en una ciclovía emergente en medio de la epidemia de covid-19.
La permanencia de la nueva ciclovía, hasta ahora bien recibida por los capitalinos, está sujeta a evaluación según informó la Semovi. Si resulta un éxito se quedará y ese paso puede ser un punto de inflexión en el uso de la bici como transporte en la capital.
Una ciclovía así de relevante en una avenida tan simbólica sería un triunfo de un nuevo modelo de urbanismo, donde lo que importa en la toma de decisiones es mover personas, no automóviles, como había sido el paradigma.
Hace poco más de una década, la discusión con el gobierno local era por qué hacer una ciclovía en pleno Paseo de la Reforma y no en Iztapalapa o en la alcaldía de Gustavo A. Madero, donde hay más presencia de ciclistas que requieren atención.
Un especialista colombiano en movilidad ciclista respondió con un argumento convincente. Se trataba de hacer una ciclovía que resultara modelo. El proyecto también buscaba atraer automovilistas que dejaran su vehículo para subirse a la bicicleta. “En el oriente van a seguir usando la bici, con o sin ciclovía”, por eso la decisión de comenzar por las áreas centrales.
El argumento tuvo éxito. Los 6.8 kilómetros de ciclovía en Reforma se convirtieron en un ejemplo para intervenir otras ciudades en México y en América Latina. La ciclovía en la avenida Paulista, el corazón de Sao Paulo, la capital brasileña, se construyó en 2015 inspirada en la ciclovía modelo de la Ciudad de México.
Desde entonces, alcaldes, diputados, senadores y gobernadores del país viajan a la capital con frecuencia y prueban la bici en sus calles. La ciclovía de Reforma ha servido de ejemplo y su poder simbólico va mucho más allá de los ciclistas que la usan. La ciclovía emergente de avenida Insurgentes puede representar otro avance similar.
Hasta hoy, aunque la bici ha ganado usuarios y popularidad, solo se realizan 240 mil viajes diarios en bicicleta, según la encuesta Origen-Destino 2017 del Inegi.
Abrir las anchas avenidas a la bicicleta y a los peatones es un paso civilizatorio. Puede que se escuche grandilocuente a los oídos de alguien nacido en el siglo veinte, pero seguro que esa frase resuena en quienes saben que este es su siglo, su oportunidad y su única alternativa ante un mundo que pareciera ir en decadencia.
Abran paso a la bicicleta.
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