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Gusanos en los oídos

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  • Héctor Rivera

Por fin pude sacarme de la cabeza al difunto Juan Gabriel con todo y sus letras pegajosas. Desde el día en que falleció, a finales de agosto pasado, comenzaron a brincotear de tiempo completo dentro de mí sus canciones. Sobre todo “Querida” y “Amor eterno”. Las escuchaba dormido o despierto, mientras comía, leía o escribía. No había modo de desterrarlas de mi memoria. Solo el tiempo me ha dado el olvido suficiente para ya no escucharlas. No todo el tiempo ni todo el olvido.

Y eso que ya estaba vacunado. Estuve a verlo y escucharlo en Bellas Artes una noche de terror cuando el público cantaba, bailaba y saltaba animado por Juanga, haciendo temblar los mármoles de nuestro máximo escenario artístico. Pensé que el edificio podía venirse abajo. Luego estuve en el estadio de la colonia Nápoles, lleno hasta las escaleras. Miles de fanáticos entonaron con él sus canciones. Digo, entonamos. En esos dos conciertos anidaron en mi cabeza sus letras con su música. Y ahí se quedaron no sé si para siempre. Tal vez.

Leí hace poco que había quien aseguraba con toda certeza que el romántico compositor alemán Robert Schumann habría perdido la cordura porque una canción se le había metido hasta la médula y no podía hacer nada para deshacerse de ella. Igual. La escuchaba a toda hora, minuto sobre minuto. Hasta que murió atrapado por la locura.

Pasa hasta con las canciones que nos gustan mucho y que acaban sacándonos de quicio cuando las escuchamos sin quererlo. De pronto, una mañana despierta uno con el Bolero, de Ravel, danzando en la cabeza o con “Para Elisa”, de Beethoven. Me ha sucedido también con “Under pressure” en la versión de Annie Lennox y David Bowie. El día que salió de mi cabeza fue de felicidad y esperanza. Pero se metió entonces Juanga.

Supe de un grupo de científicos escoceses que hace poco trataron de ponerle pies y cabeza a la situación. Para empezar, con mucho acierto, definieron el fenómeno como “earworm”, algo así como “gusano de oído”. Idearon también una suerte de fórmula que nadie entiende qué tiene que ver con el asunto, pero aplicándola pusieron en claro, según ellos, que entre las canciones más pegajosas figuran tres de Queen: “We will rock you”, “We are the champions” y “Bohemian rhapsody”, memorables por supuesto con la voz generosa del difunto Freddie Mercury. En su lista de las 20 más pegajosas, como dirían los locutores radiales de antes, están también algunas clásicas para el olvido, como “Jingle bells” y “Gangnam style”, pero también “Beat it”, con Michael Jackson, y “Karma chameleon”, con Culture Club.

Como sea, se ve que los investigadores universitarios no escuchan mucha música más allá de sus cubículos. No han escuchado verdaderas sanguijuelas auditivas que han acosado a nuestro sistema nervioso durante largos meses, como “Dragostea din tei”, Barbra Streisand o “We no speak americano”. Por supuesto tampoco han escuchado “Querida” ni “Amor eterno”. Allá ellos y sus propios gusanos.

*Profesor-investigador de la UAM-Iztapalapa

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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