Ante la situación en Estados Unidos, tanto por la pandemia como por las protestas a raíz del asesinato de George Floyd, y a pesar de que las encuestas muestran una disminución en la popularidad del presidente Trump, muchos se preguntan: ¿Por qué la mayoría de los republicanos moderados no condenan de manera tajante a Donald Trump? ¿Por qué lo siguen defendiendo? ¿Cuáles son sus argumentos? Hay dos básicamente: por un lado está el de los cambios a largo plazo promovidos por Trump y que favorecen a los conservadores, y por otro lado está el argumento de “con los otros estaríamos aún peor”.
Pero los republicanos moderados, con cierta visión de Estado, políticamente ecuánimes (que obviamente los hay), tendrían que analizar mejor las cosas. Los cambios a largo plazo podrían ser reversibles, es cierto, pero no es tan fácil ni tan rápido. Desde el punto de vista conservador se han logrado algunos avances que no podrán ser borrados de un plumazo solo por cambiar al presidente (como el de los dos nombramientos que Trump llevó a cabo en la Suprema Corte, por ejemplo).
Y en cuanto al argumento de “Trump podrá ser lo que sea, pero estaríamos peor con la izquierda”, me parece que es como jugar a la ruleta rusa. Los republicanos sensatos saben el peligro que es tener a un presidente como Trump en la Casa Blanca. Que aunque las instituciones más o menos han aguantado, lo que vemos hoy en las calles combinado con el discurso y la actitud de división de Trump, pueden degenerar en algo incontrolable.
La alternativa, Joe Biden, podrá no gustar a muchos, podrá no ser lo ideal, pero al menos es un moderado. En tiempos de división fuerte, tener a un líder como Trump es un riesgo enorme, y ya hay suficiente evidencia de ello.
Apunte spiritualis. Por tanto los republicanos moderados tendrían que pensar: más vale aguantar el ego por cuatro años con un demócrata moderado, y retomar las riendas del Partido Republicano, que seguir jugando a la ruleta rusa con Donald Trump.