El “plan” de AMLO para enfrentar la recesión económica es apenas una aspirina (y para niño) cuando al paciente le han diagnosticado una migraña que durará meses. Frente a una pérdida estimada de por lo menos 1.5 billones de pesos (6 por ciento del PIB si bien nos va) el Presidente propuso gastar lo que ya estaba considerado (el presupuesto de los siete programas sociales prioritarios, los cuestionados proyectos de infraestructura y créditos de la banca de desarrollo), es decir, nada. Lo extra consiste en algunos recursos adicionales: los fideicomisos que van a desaparecer descobijando a otras áreas del gobierno y más recortes salariales a un grupo de burócratas. Cacahuates, pues.
El plan no considera necesario inyectar recursos nuevos y masivos(deuda) que permitan compensar los ingresos perdidos por los millones de personas y empresas afectadas (los beneficiarios del plan AMLO serán solo los afiliados a sus programas sociales y eventualmente dos millones de trabajadores que accedan a los créditos). Lo anunciado por el Presidente tampoco estima importante otorgar facilidades (que no condonaciones) fiscales y/o subsidios que, al generar liquidez, permitan a las empresas seguir operando para minimizar el desempleo y reducir lo más posible la caída de la economía. La promesa de 2 millones de empleos es una mentira descarada.
Más allá de ideologías, el plan se queda corto por muchos cientos de miles de millones de pesos, para decenas de millones de mexicanos y sus empresas de todos los tamaños. La recesión será mayor debido a la equivocada e insuficiente respuesta gubernamental.
Así las cosas. Dentro de tres meses no es improbable que los infectados de covid-19 sumen decenas de miles (quizá más cien mil), los hospitales estén rebasados, la economía haya caído 15 o 20 por ciento en el segundo trimestre del año y millones de mexicanos estén desesperados tanto por el encierro y el miedo como por la pobreza debido a la quiebra de decenas de miles de empresas.
Crisis de gobernabilidad como no hemos visto en el país en su historia reciente: recesión y pandemia, más violencia creciente, pues el ejército y la Guardia Nacional no se darán abasto con el DN-III, y todo lo anterior agravado por la terquedad presidencial y la incompetencia gubernamental. Pero eso sí, AMLO y sus seguidores dirán que la crisis les viene como anillo al dedo, porque estarán consolidando la 4T, al mismo tiempo que entierran al neoliberalismo junto con miles de mexicanos caídos por el coronavirus y el hambre.
De cumplirse este escenario, es muy probable que la popularidad de AMLO no difiera mucho de la de Enrique Peña Nieto (20 por ciento). Pero eso será lo de menos. Lo grave será un gobierno paralizado e ineficaz, sin liderazgo, frente a múltiples crisis que lo rebasarán por todos lados. Y una sociedad desilusionada, enojada, sin que falten protestas callejeras masivas y hasta saqueos espontáneos y organizados.
Hasta la fecha, las propuestas del sector privado, de intelectuales, políticos y organizaciones sociales para enfrentar la crisis y para lograr un acuerdo de unidad nacional, que permita enfrentarla con la colaboración de toda la sociedad, se han topado con la cerrazón presidencial. ¿Qué necesitan Morena y el gabinete que pase en el país para que le pidan al presidente que rectifique? ¿De verdad creen que vamos bien? ¿O solo Trump tiene el poder de hacer cambiar al Presidente?