Política

Los días y las horas

  • Entre pares
  • Los días y las horas
  • Guillermo Colín

A veces hasta de minuto a minuto se cuentan los lapsos en los que en estos días algo aciago, trágico o dramático sucede en la vida pública de México (o a propósito de ella: medios derechistas ya certifican que AMLO tiene “tufillo chavista”). No bien acaba de suceder algo, que ya otra cosa demanda atención urgente. Didáctica, la vida enseña a los mexicanos hasta lo que es un golpe de Estado ajeno, justo cuando se acaba de rumorar sobre uno propio. Acecha constante la sensación de que sobrevendrá algo imprevisto. En las redes se pelea y sospecha de todo y por cualquier minucia.

Tobogán de acontecimientos que sobresalta la opinión pública cuando sigue en línea la concesión de un asilo político de alta trascendencia, cuya trama diplomática se desarrolla novelesca en el aire y en aeropuertos de países que de última hora cierran sus espacios aéreos a la aeronave mexicana mientras trae consigo a un emblemático presidente boliviano derrocado; o cuando se entera de un grave hackeo informático que tiene en vilo (aún no se sabe si de rehén) nada menos que a Pemex.

Vértigo de sucesos en ocasiones inducido donde se genera un zafarrancho entre policías federales y capitalinos en el aeropuerto de la Ciudad de México, que igual que en paralelo explotan los ánimos en la tribuna del Senado de la República con una gresca monumental de empujones, codazos y acrobacias entre legisladores que intentan tomar a gritos la protesta de ley a la comisionada nacional de los Derechos Humanos, cuya insaculación es impugnada por otro bando de representantes que trata de obstaculizar su entronización en el puesto al que los partidos opositores a Morena le niegan el derecho a ocuparlo por diversos impedimentos alegados.

Todo ello cuando apenas se asientan las tolvaneras en la frontera donde colinda México con Arizona, por donde como secuela de la tragedia de los LeBarón una caravana de mormones méxico-norteamericanos, decididos a abandonar el terruño y el país en el que por décadas construyeron sus vidas hasta que el narcoterrorismo se hizo presente en ellas segando vidas inocentes, algunas de muy corta edad.

Al mismo tiempo y casi en sentido opuesto se cruzan con otra caravana de camionetas tipo Van en las que viajan unas dos docenas de agentes del FBI dispuestos a “acompañar” a agentes ministeriales mexicanos en las investigaciones sobre la tristemente célebre emboscada donde murieron mujeres, niños y bebés en una trama de trasfondos políticos y criminales apenas visibilizados, pero de los que no se excluye ni una trampa urdida con objetivos similares a otros trasfondos adivinados en Culiacán cuando ocurrió la fallida captura del Chapito (gazapo político, policiaco y militar de dimensiones colosales).

Agentes del FBI –es decir de algún modo, fuerzas armadas estadunidenses– que incursionan como avanzada de lo que se espera no sean las fuerzas expedicionarias, intervencionistas, que han estado pidiendo a gritos y con todas sus letras desde hace dos semanas, los medios más relevantes del establishment norteamericano (CBS, NBC, CNN, ABC, WSJ, NYT, WP, Fox y un largo etcétera).

Prácticamente todas las cuerdas de alta sensibilidad pública mexicana están tensadas y cualquiera puede salir rota, disparada por los aires con quién sabe cuáles consecuencias.

No hay respiro. Se ha hecho deporte entrar a tuitear con tanta velocidad como el medio lo permita para perorar sobre temas en los que de verdad y, en el mejor de los casos, solo hay un vago decir simplificado sobre cualquier tema y si es desconocido para los internautas mucho mejor, pues ello les permite pontificar (ahora todo mundo presume saber lo que llaman la infamia del socialismo y por qué Lula de Brasil es un pobre izquierdoso que con Evo esconden talegas de dinero robado al erario); inventar hipótesis de imprecisión volátil que no resisten ni la primera lectura, vitriolo de rabia encendida que se desparrama por doquier con palabras mientras más malsonantes mucho mejor. El propio Presidente de la República no se escapa de epítetos en vivo y al aire.

No hay circunstancia que lo resista. En la tribuna parlamentaria como en la comunicación personal en redes sociales, o hasta en los sets televisivos, la impropiedad campea, por decirlo suave como diría el clásico (general Gaytán).

Un conductor de prosapia periodística cultivada en un diario nacional de izquierda, se estrena como la nueva cara en naciente barra nocturna de televisión abierta. Pero aun él, usualmente comedido, no escapa de llevar al set los prejuicios y las obsesiones de alguna larga marcha por el páramo que recorrió la izquierda en México los últimos decenios. Invita a un senador panista a su noticiario y se enfrasca con él en una chinga majadera como se diría coloquialmente, que sube de tono y descortesía a niveles pocas veces visto, donde el respeto al auditorio parecería lo menos que debería observarse en lo que llama un “debate abierto” signo de los “nuevos tiempos”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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