El choque entre la Fiscalía del Estado de NL y la Secretaría de Seguridad que culminó con cinco policías estatales acusados de chantaje, robo, abuso de autoridad, uso de documento falso, allanamiento de morada y en reserva una probable imputación por homicidio (de la víctima arrojada al vacío), exhibió no solo la descomposición a la que ha llegado la Fuerza Civil, que muestra golpes demoledores en su prestigio, sino también desnuda cómo una contradictoria versión gubernamental de los escandalosos hechos, refutada luego por el propio fiscal general, puso al titular de la Secretaría de Seguridad, Aldo Fasci, en la picota de la opinión pública.
Esto sucede cuando en todo el país repunta en modalidades pasmosas una ola de violencia criminal y hace ver que Monterrey no es la excepción. Hay en una multitud de hechos criminales, que se dan a conocer a diario, patrones de salvajismo irracional al parecer irrefrenable mientras pierden todo efecto las explicaciones consabidas como aquellas que culpan a bandas del narcotráfico que supuestamente “se están acabando a sí mismas”.
Una leyenda que ya no convence a nadie y con una agravante: a la habitual estulticia de las autoridades para lidiar con el problema, trasciende que en realidad tienen muy poca coordinación entre sí y una nula estrategia para afrontar el fenómeno. En algunos casos hasta sufren despistes mentales que los llevan a desmentir lo que horas antes han asegurado en público.
Sus actitudes acusan el desgaste y el desprestigio actual de los cuerpos encargados de mantener el orden en Nuevo León. Ya sea en el otrora municipio “modelo” de San Pedro, donde su Policía municipal ha debido ser “depurada” recientemente, o bien la corrupción que cunde en el que alguna vez fuera eficaz grupo de tarea, denominado Fuerza Civil y un posible modelo a emular para combatir al crimen organizado y la delincuencia, así como para bajar índices delictivos, como lo logró en los tiempos álgidos de la violencia que asoló a Monterrey hace algunos años. Luego vino el abandono del patrocinio empresarial, y la incuria y el desdén del gobernador Jaime Rodríguez para tomar las riendas de la corporación con determinación.
En el hecho que tiene a todo Monterrey escandalizado, miembros de la Fuerza Civil fueron señalados en primera instancia por el propio secretario de Seguridad estatal, Aldo Fasci, como los perpetradores de una terrorífica ejecución ocurrida al arrojar al vacío a la víctima desde unos 45 metros, luego de haberla sacado por la fuerza de un céntrico edificio de departamentos de Monterrey.
El señalamiento de Fasci, aunque vergonzoso, parecía incontrovertible: “Hay cuando menos tres elementos de Fuerza Civi) que actuaron de forma totalmente incorrecta”. Y añadió: “Traían documentos apócrifos, todo indica que se trataba de una amenaza o extorsión”. Un intento fallido de extorsión por parte de elementos de Fuerza Civil y una víctima cayendo al vacío no se sabe aún si por haber sido arrojada al vacío o por alguna otra circunstancia. Todo vinculado por Fasci.
Pero en un giro que solo puede explicarse por instrucciones del gobernador Jaime Rodríguez, tan contundentes expresiones del funcionario de mayor rango en su gobierno en materia de seguridad fueron desmentidas apenas dos días después por el propio Fasci, conocido por sus desplantes de esta naturaleza en los que exhibe su talante lenguaraz, proclive a desmentirse a sí mismo sin rubor.
Fasci se retractó seguramente por indicaciones superiores y quiso corregir su dicho: “Son elementos de la Dirección General de Investigaciones (de la Secretaría de Seguridad), que no depende de Fuerza Civil”.
Sin embargo, al secretario, adepto a los sainetes político-policiacos que hace poco amagó con su renuncia por la misma falta de coordinación que ahora muestra con sus pares, le corrigió la plana nada menos que la Fiscalía General de Nuevo León por boca del vicefiscal de Ministerios Públicos, Luis Enrique Orozco: “Hay dos detenidos de la Dirección General de Investigaciones y tres de Fuerza Civil”. Es decir el desmentido del Bronco vía Fasci se topó con un raro ejemplo de autonomía en la Fiscalía que descompuso toda la jugada prevista para tapar el presunto asesinato.
En resumidas cuentas, por las versiones ridículamente contradictorias no hay manera de negar que hubo un presunto contubernio criminal de estos agentes, señalados repetidamente por la autoridad.
Y que si bien Aldo Fasci trató de tergiversar su dicho sobre los sucesos por órdenes superiores, al final, la propia Fiscalía General de Nuevo León asentó los hechos en los que investiga y actúa, pese a que de ellos, el mismo secretario general de gobierno, Manuel González, trató también de deslindar a Fuerza Civil. Pero la Fiscalía se manifestó irreductible: “Hay dos detenidos de la Dirección General de Investigaciones y tres de Fuerza Civil”. Ni manera de escapar a esa contundencia.