El 11 de septiembre de 1714, Barcelona cayó bajo las tropas de Felipe V. El rey español ocupó Cataluña, disolvió su Gobierno, derogó sus leyes, prohibió su idioma y sometió al país a una ocupación militar y a un espolio económico propios de una colonia.
Desde entonces, los catalanes celebramos cada 11 de septiembre nuestro día nacional. A diferencia de otros países no conmemoramos la independencia, sino su pérdida. Es una jornada festiva a la vez que reivindicativa.
Cataluña nunca se ha sentido cómoda dentro de España. Y para los españoles, los catalanes siempre han sido una fuente de problemas.A diferencia del grueso de España, Cataluña tuvo una temprana industrialización y con ella su tejido social evolucionó. Burgueses y clase obrera promovieron la alfabetización, el conocimiento y la modernidad.
Y mientras en Cataluña la revolución industrial daba alas al progresismo, el conservadurismo era el sentir mayoritario de una España donde persistía el feudalismo.
Las necesidades políticas de una España rural, con una nobleza terrateniente y unos campesinos que no recibían mejor trato que cualquier esclavo, chocaban con las de los empresarios y obreros catalanes que veían como la industrialización imprimía en sus vidas un acelerado desarrollo social y económico.Reyes y dictadores se sucedieron en España. Todos intentaron, sin éxito, aniquilar la cultura y el sentimiento nacional catalán.
En 1873, 1931 y 1934, los respectivos Presidentes del Gobierno Catalán proclamaron la creación de un Estado Catalán dentro de España. Con ello no promovían la independencia, sino la construcción de un estado federal, como el mexicano por ejemplo. Pero los tres intentos fueron sofocados inmediatamente por el ejército.Al llegar al poder en 1939, el dictador fascista Francisco Franco reprimió brutalmente Cataluña. El aliado español de Hitler y Mussolini prohibió el catalán.
Prohibió su enseñanza en las escuelas. Prohibió que músicos como Joan Manuel Serrat cantaran en su lengua materna. Y hasta prohibió que los niños fueran inscritos al registro civil con nombres catalanes. Mis abuelos y mis padres tuvieron que esperar hasta los años ‘80 para que en sus cédulas pudieran aparecer sus verdaderos nombres.La muerte de Franco en 1975 fue llorada por millones de españoles.
Entre los que derramaron sus lágrimas por la pérdida del dictador se encontraba el rey Juan Carlos I, a quien el dictador regaló su trono. La transición permitió que los ministros, jueces y generales franquistas siguieran en el poder a cambio de una cierta democratización.
Pero los ataques contra Cataluña no cesaron.En un intento de conseguir un mayor autogobierno, en 2005 el Parlamento de Cataluña presentó una propuesta de Estatuto de Autonomía que el Presidente Español prometió aprobar. Pero después de ser reelegido, éste faltó vergonzosamente a su promesa.
Sintiéndose traicionados por el Gobierno Español, los catalanes elevaron sus exigencias y reclamaron un mejor trato fiscal. No pedían nada especial, simplemente la capacidad de gestionar sus propios impuestos igual que hacen otras regiones del estado.
Ante las reiteradas negativas del Gobierno Español a sus peticiones, los catalanes entendieron que necesitaban poder promulgar sus leyes sin la previa aprobación de Madrid. Para ello pidieron una reforma estructural del estado que permitiera dar cabida a una Cataluña federada dentro de España.
Pero una vez más, Madrid cerró la puerta a toda negociación.Conscientes de la imposibilidad de crear una España descentralizada donde se respetaran sus particularidades culturales, los catalanes empezaron a abrazar el independentismo.
Siguiendo el ejemplo del Quebec y de Escocia, el Parlamento de Cataluña convocó un referéndum para conocer el alcance de este sentir entre su pueblo. Pero los tribunales españoles prohibieron esta consulta democrática.No fue hasta el 2015 que, con las elecciones al Parlamento de Cataluña, se constató el apoyo mayoritario a la independencia. Los partidos abiertamente independentistas obtuvieron el 53,3% de los escaños.
Los partidos unionistas solamente alcanzaron el 38,5%. Y los escaños restantes los ocupa un partido que, si bien no se declara abiertamente independentista, sí que acudió a la manifestación del pasado domingo 11 de septiembre.Obedeciendo este claro mandato democrático, el Gobierno Catalán ha empezado a crear las estructuras de estado necesarias para hacer viable la independencia. Y con cada paso que dan los catalanes, el tono de las amenazas de las instituciones españolas crece.La Presidenta del Parlamento Catalán ha recibido un requerimiento penal.
Uno de los principales partidos independentistas ha sido ilegalizado.
Un juez ha sido suspendido por redactar las bases de la Constitución Catalana. Y distintas personalidades catalanas están siendo difamadas y coaccionadas mediante una campaña de desprestigio orquestada por el estado.Lejos de buscar puntos de consenso, desde Madrid se cierra la puerta a cualquier modificación del statu quo y se amenaza con desplegar el ejército y suspender el Parlamento de Cataluña.
Haciendo gala de una nula cultura democrática, España sigue empujando año tras año a más y más catalanes a participar en las reivindicativas manifestaciones independentistas que se celebran cada 11 de septiembre. Y como cada año, el pasado domingo más de 1 millón de catalanes se manifestaron para reclamar el derecho de Cataluña de ser un estado soberano.
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