Ómicron es la nueva amenaza mundial, la nueva variante del coronavirus que ha surgido en Sudáfrica y que ya tiene preocupadas a las autoridades de Europa y Estados Unidos; en México no. Nuestras autoridades siguen soslayando lo que en el mundo ocurre, como cuando aparecieron los primeros casos del SARS-Cov2 en otras regiones y se llegó a decir que no era preocupante, ya sabemos cómo nos ha ido.
Preocupa que ya estemos por presenciar el cuarto episodio de esta catástrofe sanitaria global y sigamos siendo simples espectadores, que nuestras autoridades reaccionan cuando el problema está encima y, con ello, la muerte de cientos de personas cada día.
El inicio de la vacunación en menores de 15 a 17 años es un signo de esa preocupación, fue tan rápida la decisión y sorpresiva, pues hasta hace unas semanas se mantenía esa declaración de que los menores de edad no son un grupo prioritario, que la estrategia de vacunación terminaría justo hoy 28 de noviembre, pero no, la historia continúa. Lo mismo con los adultos mayores, ahora hablamos de la necesidad de una tercera dosis, un refuerzo como desde hace meses plantean las grandes potencias.
Así están nuestras autoridades, con otros temas en mente como la ¨fiesta¨ a la que ha convocado el presidente López Obrador, a tres años de tomar posesión en la presidencia, sin un control en el aforo, sin un mensaje de responsabilidad para evitar más contagios. De la nueva variante del virus mejor ni hablamos, se han limitado a declarar que se tomarán medidas si es que llega a ser necesario, y “que no lo sepa la prensa” como declaró el secretario de Salud, Jorge Alcocer.
Estamos minimizando una vez más esta tragedia, bajo el escudo de que los principales segmentos de la población están vacunados, la ciencia nos dice que eso no es suficiente. Mientras, algunos estados del norte del país regresaron al semáforo epidémico amarillo, ahí viene la cuarta ola. Y no, no es por ser amarillistas, tendenciosos o alarmistas, es por evitar más muertes, pues México sigue siendo el cuarto a nivel mundial en número de muertes por el SARSCov2 y por Delta, no esperemos a que haga su papel Ómicrom.
Debemos cambiar nuestra mentalidad, el semáforo epidémico será ya insuficiente pues también se ha manejado en ocasiones con interés económicos y políticos, la gente lo sabe. También es cierto que no se soportaría un confinamiento total como el que ya vivimos, de ahí la importancia de ser cada uno siga aplicando las medidas ya conocidas, evitar ‘puntadas’ como la de la gobernadora de Campeche al ya no hacer obligatorio el uso del cubrebocas.
Ojalá que esta vez las autoridades de todos los niveles sí se apliquen, ya son tres olas, algo debimos aprender de toda esta tragedia sanitaria.
Germán Zepeda