La nueva ruta posicionará a China como la gran superpotencia económica en el mundo.
De acuerdo con Ruiz Claudia, la recreación de la ruta de la seda nació de los conceptos geopolíticos del estratega Wang Huning, político que ha sido el cerebro de los últimos tres presidentes en las políticas del socialismo económico chino, y de la determinación del ex presidente Jiang Zemin (1989-2002), adoctrinado por Deng Xiaoping en la idea de que la nación tenía que convertirse en potencia mundial.
Una de las premisas de la Nueva Ruta de la Seda es la inversión en proyectos de infraestructura en los países que son parte del proyecto; hace algunos años el gobierno chino creó bancos exclusivos para financiar la iniciativa.
A diferencia de las organizaciones financieras o bancos occidentales, como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI) creados en la post guerra a fin de impulsar el nuevo orden económico mundial, los bancos chinos, que son del gobierno, prestan fondos a los países participantes de la ruta con intereses bajos y sin pretensiones políticas (al menos de iure).
Los bancos chinos otorgan créditos bajo las siguientes premisas: “No interferencia en los asuntos internos de los países participantes; no imposición de la voluntad China sobre dichos países; no letra pequeña solicitando favores políticos a cambio de ayuda; no buscar ganancias políticas a cambio de inversión; y no invertir sin la cooperación del país solicitante”.
Los créditos no están condicionados, como sí lo son los créditos del FMI y el BM, quienes dan créditos a cambio de los que los gobiernos impulsen las políticas del consenso de Washington y el modelo económico neoliberal.
A los bancos chinos no les importa si le otorgan créditos a un país capitalista o no capitalista, musulmán o católico, si es de derecha o izquierda; un ejemplo es Pakistán, país musulmán en el que los chinos ven una oportunidad de influir geopolíticamente en la región.
Actualmente se encuentran invirtiendo alrededor de 63,000 millones de USD; cabe mencionar que Pakistán es nada más y nada menos que la sexta potencia nuclear del mundo (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, 2021).
Un nuevo orden económico mundial se está configurado, a diferencia de Estados Unidos, China cuenta con una estrategia más inteligente para posicionar sus intereses en el mundo y con ello la supremacía económica mundial. Estados Unidos ha quedado rezagado respecto a China en varios rubros:
Ciencia y Tecnología, políticas para contrarrestar el cambio climático, políticas de Estado a favor de las clases desfavorecidas con el objetivo de aumentar su poder adquisitivo, entre otros campos.
China en unos años no solo será el gigante asiático sino el gigante del mundo.