El informe de Salvador Hernández, el 22 de febrero, tuvo una fuerte carga política desde la sede: Torreón, de cuya alcaldía Miguel Riquelme saltó a la gubernatura. El rector presentó a la UAdeC como una maquinaria electoral, con un proceso cada 15 días. Se jactó de que mientras los partidos debaten sobre la segunda vuelta y la revocación de mandato, en la institución existen desde hace varios lustros. «Esa es la vida democrática de la UAdeC».
Las universidades no han escapado a los recortes ni a la «austeridad republicana» del gobierno de AMLO. La mayor parte de los recursos de los 195 organismos agrupados en ANUIES son federales. Empero, no es solo por razones presupuestarias que las finanzas universitarias están hoy bajo la lupa de una administración dispuesta a atacar la corrupción y la impunidad, aunque hasta ahora solo sea de dientes afuera.
Animal Político y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad descubrieron que en la «Estafa Maestra» participaron siete universidades. El fraude, cometido en los primeros años del gobierno de Peña Nieto, se cifró en siete mil 670 millones de pesos; tres mil 433 millones se desviaron a empresas fantasma y mil millones a universidades, por «comisiones».
La UAdeC ha sido señalada por la Auditoría Superior de la Federación y su equivalente en el estado (ASE) por irregularidades financieras. En el ejercicio correspondiente a 2017, la ASE realizó 576 observaciones por tres mil 884 millones de pesos. La Universidad ha servido también de brazo electoral y caja chica para los gobiernos de turno.
Hernández ofreció multiplicar los panes y los peces para elevar la calidad educativa de la UAdeC y colocarla por «encima de la media nacional en cuanto a indicadores». En la clasificación de QS World University Rankings 2019, los cinco primeros lugares los ocupan la UNAM, el ITESM, el IPN, la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Iberoamericana. La UAdeC no figura entre las restantes del top 20.
El aplauso para los líderes reunidos en el informe fue de tibio a frío. El mensaje de la comunidad universitaria es inobjetable: la educación y la política deben marchar por caminos separados.