¿Cómo dejar de escribir sobre las mujeres este día? Lo he hecho antes, en distintos momentos y obedeciendo a diferentes circunstancias.
Soy, en la práctica, un defensor de sus derechos y he convivido con muchas de ellas: en mi familia donde han predominado siendo mayoría y he disfrutado de su amor; en el trabajo como excelentes y productivas compañeras; en la política debatiendo y construyendo proyectos para una mejor sociedad y en el medio cultural beneficiándome de su talento y sus aportes.
¡Cómo no valorarlas! Mi postura no es de ahora, es de siempre por el medio en el que crecí con maravillosos ejemplos, que sigo viendo por la forma en que mi esposa educó a mis dos hijas y la manera en que ellas ahora están educando a mis cuatro nietas y un nieto varón.
No me considero “candil de la calle”, ni me sumo oportunistamente a la reciente ola de políticos y comunicadores “feministas” que han surgido de pronto exigiendo al gobierno resolver un problema que tiene raíces profundas y requiere el concurso de toda la sociedad.
Y debo dejar claro que no entiendo el sentido de las manifestaciones violentas de mujeres que no muestran su rostro.
Respeto y apoyo toda manifestación de mujeres que den la cara, que se deciden a levantar la voz considerando no sólo los efectos sino las causas de la violencia que han vivido. Mi solidaridad para ellas.
Rechazo las visiones o explicaciones simplistas para fenómenos complejos como el que nos ocupa.
Este Día Mundial de la Mujer vale la pena reflexionar sobre el papel de este importante sector en la construcción del tipo de sociedad y de país que hoy tenemos.
El pilar fuerte que es la madre en cada familia, el respeto que se gana con sus acciones y la dignidad que muestra frente a su pareja son determinantes en la formación de sus hijos, quienes crecerán viviendo buenos ejemplos y valores.
Históricamente era esa la mejor manera de construir una nación sólida desde sus cimientos.
¿En qué momento nos perdimos y llegamos a lo que hoy se vive? A riesgo de cometer sacrilegio en este día y ser criticado, sostengo que, de un tiempo a esta fecha, un porcentaje de mujeres no cumple cabalmente ese papel.
El asunto de la dignidad de la mujer tiene más que ver con políticas de educación y de cultura, que con la seguridad pública.
Digo esto porque muchas de las muertes de mujeres más recientes, tienen un patrón similar: han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas. ¿Cómo se llega a tal extremo?
Seguramente hay un largo recorrido de agravios, de agresiones psicológicas, de insultos, de maltrato tolerados. ¿Por qué? ¿Por baja autoestima de la mujer, por dependencia económica, por los hijos, por el qué dirán, por “amor”, por miedo, por creencias religiosas o por desconocimiento de sus derechos?
Hoy que existe tanto coraje individual y colectivo, por lo que ha pasado con las mujeres, debe ser orientado a buscar salidas de fondo a partir, insisto, de entender las causas. Exijamos una política de Estado pero participemos responsablemente como sociedad.