Hace unos días escuché el comentario, de una madre de familia, en relación a la manera en que la maestra de su hija, una pequeñita de poco más de 3 años, logra captar la atención de sus alumnos a través del monitor de la computadora.
Sin entrar en detalles técnicos, expresa su admiración por la educadora que, aunque tiene pocos niños en el grupo, no es menos valioso que haga evidente no solo su interés sino su capacidad para motivar a los alumnos de esa edad temprana y a la distancia.
Con toda seguridad, otros padres o madres de familia expresan comentarios similares, lo que nuevamente nos ha llevado, como sociedad, a revalorar la función del magisterio y el papel de la escuela.
Lo anterior es importante porque nos conduce a pensar y repensar la educación a la luz de los tiempos presentes. Pareciera que en este campo todo está dicho y que hay la tendencia a repetirnos al hablar o escribir sobre el tema.
Sin embargo, algún acontecimiento, ciertas lecturas, nuevos paradigmas, cambio de circunstancias, surgimiento de actores relevantes, nos reafirman en la necesidad –y la conveniencia- de pensar la educación y, con ella, la escuela, los maestros, los alumnos y otros muchos factores o elementos vinculados, participantes.
Por eso hoy comencé este artículo destacando la admiración de una madre por la maestra de su pequeña.
Ya era tiempo de volver a escuchar esto. Pero también de que los maestros mostráramos de qué somos capaces cuando se nos presentan retos, como el que representa la pandemia que nos ha impedido ver de cerca y atender presencialmente a nuestros alumnos, sentir la obligación y el compromiso de no soltarlos de la mano aunque sea de manera virtual.
Ello nos demanda iniciativa, imaginación, creatividad y esfuerzo que se ve recompensado al ver la participación y respuesta de los niños y sus padres.
Además de lo señalado, que nos da para seguir escribiendo, hay otras líneas de pensamiento sobre lo educativo que habremos de desarrollar pues, como dije antes, es importante hacerlo para que mantenga su vigencia en cuanto asunto relevante porque, no lo olvidemos, tiene que ver con la formación de los seres humanos que, al nacer, requieren ser acompañados para incorporarse al mundo que los recibe y al que, primero, tendrán que adaptarse para, más adelante y según sus posibilidades, intentar transformarlo.
Esto es así con cada generación.