Imbécil: alejado, escaso de razón, débil. No ceja, ni cejará, en la comisión inacabable de insensateces el presidente estadunidense, el pato Donald Trump. Inmediatamente el país más damnificado es el mexicano, se podría decir que hay un acoso cotidiano.
La necedad más contumaz, en cuanto a México hace, es la ampliación del muro entre nuestra nación y Estados Unidos de América. Ya se atrevió a dar fechas: la solicitud de ofertas, el 6 de marzo; adjudicación, para mediados de abril. El imbécil racista se mete en cuanto a lío le es posible. Ya ha sido recusado por su sexismo y su racismo. Sus atrocidades no tienen límite.
Ajeno a un instrumento clave para la vida estadunidense, su imbecilidad le ha llevado a enfrentamientos directos con la prensa de su país y así impidió acceso a periódicos principales de Estados Unidos. Y se ha metido en otro lío grave porque para los modos gringos la libertad de expresión ha sido fundamental.
La amenaza del muro le lleva a diligencias presurosas y así anunció que se establecerá un control migratorio para echar de Estados Unidos a “los tipos malos”. Su propósito de expulsar gente lo ha llevado al anuncio de que serán corridos miles de extranjeros. La bronca es internacional, es grave, pues hay millones de ignorantes ingenuos que creen que la vida en aquel país es fácil y para la prosperidad. Se recordó aquí que la señora Hilaria Clinton advierte que su nación es una muy dividida. El repudio a este sujeto ya es mundial.
En un periodo brevísimo ya se ha puesto en claro que la mitad de los habitantes de allá, más de la mitad, reprueba su actuación. No obstante, un 43 por ciento ha declarado que está “muy de acuerdo” o “algo de acuerdo”, de suerte que la división es fuerte toda vez que las discrepancias son muy claras. El racismo es de cepa y bajo el subterfugio de que son miembros de bandas, traficantes de drogas y extranjeros criminales a los que piensa lanzar.
Intimidatorio, dice arrogante: no les dejaremos volver. No van a regresar y si lo hacen se toparán con problemas más graves de los que jamás han soñado, alegó el multimillonario neoyorquino. México está metido ya fuertemente en el lío y esto ha acarreado que (bien hecho) el Poder Ejecutivo de México haya señalado que se le enfrentará. Enrique Peña hizo un requerimiento que da cuenta de la exacerbación, llama a la unidad nacional y con razón dice que el país otra vez está a prueba.
Roberto Campa, subsecretario de Derechos Humanos de la Segob, sostiene bien que ellos pueden hacer lo que quieran con sus leyes y las que las normas internacionales le permitan, pero un muro no va a frenar la migración, “solo lo va a hacer más difícil”.