El País decía que más de 200 muertos, la BBC que 276 en el atentado del fin de semana. No sabremos el número, mucho menos los nombres. Noticia de páginas interiores, información estándar, esquemática y confusa, de agencias. Para ahorrar explicaciones: vínculos con Al-Quaeda. Es normal, queda muy lejos. Pero a lo mejor eso es parte del problema.
En 2012, después de 15 años de guerra, tomó posesión Hassan Cheikh Mohamud, la esperanza de un renacimiento de Somalia: era un candidato de la Sociedad Civil, empresario, consultor del Banco Mundial. Formó su equipo a base de académicos, consultores, jóvenes con estudios en el extranjero. Y se cuidó de excluir a los miembros de los grandes clanes, los protagonistas de la guerra civil.
Fue el primer gobierno con reconocimiento internacional desde la caída de Siad Barre, en 1991. Iba a ser el ejemplo de la nueva manera de apoyar a los “estados débiles”, diseñada por el G-7, los principales países donantes y organismos internacionales. En la Conferencia de Londres, de 2013, se pusieron los criterios de evaluación: establecimiento de un régimen federal, elecciones en 2016, y oportunidades atractivas de inversión para las empresas extranjeras. Todo muy civilizado, sin los viejos políticos, sin los clanes, y en conjunto, desastroso.
En la idea tradicional del orden territorial en Somalia, el “clan originario” de cada región representa a la mayoría, y tiene derecho a disponer de los recursos. El problema es siempre la representación de los clanes minoritarios, los no-autóctonos. Y en la coyuntura, conseguir un arreglo que no favoreciese las alianzas de cualesquiera de los clanes con las milicias islamistas de al-Shabaab. Algo mucho más difícil de hacer con un equipo de expatriados, recién llegados de sus posgrados en Estados Unidos, y sin contar con ninguno de los grandes clanes.
En 2016, el gobierno controlaba 2 por ciento del territorio, es decir: algunos barrios de la capital. La elección presidencial tuvo que ser indirecta, y se celebró en un hangar del aeropuerto de Mogadiscio. Asumió el poder Mohamed Abdulahi Mohamed, somalí y estadunidense, que vivió en Estados Unidos entre 1985 y 2010. En su toma de posesión se comprometió a acabar con el terrorismo islámico.