El Día Nacional del Maíz, el gobierno emitió un comunicado coral de tono casi bélico. Confuso, un poco críptico en algunos tramos, pero apremiante: conviene no pasarlo por alto. El titular nos exhortaba a todos a “defender el maíz”. El texto no dice en qué consiste la amenaza, pero sin duda es algo grave.
Mediante la Semarnart se puso un objetivo: “Mantener la soberanía de nuestros recursos naturales, en especial del maíz y de las especies que lo acompañan, como el frijol, el chile, la calabaza, el jitomate y el amaranto”. Eso podría significar que el maíz siga siendo soberano, pero suena un poco raro. Si se trata de nosotros, cada uno es más o menos soberano de lo que hay en su refrigerador –y a lo mejor es eso. Aunque también suena raro. A renglón seguido, anunció una nueva línea de batalla: la “necesidad de reconstruir las relaciones entre las comunidades tradicionales y el maíz”; no es muy tranquilizador. Se entiende que las comunidades son culpables de algo más bien vago, pero que podemos ayudarles. Ojalá.
La Secretaría de Cultura elevó la temperatura lírica: “Somos maíz” (eso debe entenderse como una metáfora). A continuación, el párrafo de fondo: “Reconocer la importancia del maíz tiene que ver con el reconocimiento... de nuestra diversidad” (eso debe entenderse como un galimatías). Y luego la metáfora se desdobla: “Los maíces son un reflejo de nuestra diversidad”, y es un discurso de hágalo usted mismo, hay para escoger: o somos diversos porque el maíz es diverso, o al revés, el maíz es diverso porque nosotros somos, o es el inicio de una retahíla en la que caben la diversidad del café, el mango o la manzana. En todo caso, no es broma: “El racismo también se da en el maíz”.
También se refiere a los campesinos, pero los suyos no necesitan reconstruir nada: “La milpa es un plato extendido donde los campesinos siembran lo que quieren comer”, y el contraste obvio: “En la ciudad tenemos una alimentación muy pobre porque no tenemos contacto con la tierra”. El responsable de la Memoria Histórica lo explicó mejor: “Hay que fortalecer la lucha ideológica que significa defender los procesos del campo”, porque “la migración de campo a las ciudades nos ha empobrecido a todos como sociedad”. Debe ser cierto, eso mismo pensaba Pol Pot. Y ahí sí se deja ver un posible orden de batalla: hay que hacer algo para evitar que unos campesinos irresponsables nos empobrezcan a todos (se me ocurre que puede ser una nueva tarea para la Secretaría de la Defensa).
Otra vez Cultura: “Volver a valorar este acto soberano de cultura alimentaria es algo urgente, pues no tendríamos los fallecimientos que se han registrado en la pandemia si no hubiéramos abandonado nuestra cultura alimentaria”. Otros se gastan tratando de inventar una vacuna o un remedio: nosotros lo teníamos ya inventado. Y el Conacyt anunció su colaboración para ese propósito mediante una estrategia de “alimentación culturalmente apropiada”.
No sé qué, pero en esa marmita se está cocinando algo. Se anunció finalmente que también va a haber conmemoraciones del amaranto y el nopal.