Cultura

Bertrand Tavernier: de la intriga al apunte social

El director, productor, guionista y eventual actor nacido en Lyon en 1941, provenía de una familia proclive al ámbito cultural: su padre era el presidente del club PEN en Francia y fue una gran influencia artística y moral para su perspectiva como cineasta, sobre todo por su activismo antinazi y su convicción acerca de la fuerza de las palabras. Estudiante de derecho, gustaba de escribir críticas cinematográficas, como varios de sus colegas compatriotas, y publicó algunos libros sobre el cine estadounidense, dentro del que John Ford y William Wellman se constituyeron como unos de sus referentes, además de cineastas franceses que lo antecedieron.

Después de dirigir algunos cortos y episodios en los sesenta, además de aparecer frente a la cámara, y colaborar con Jean-Pierre Melville, otra de sus influencias, debutó con el thriller El relojero de Saint Paul (1974), sólida adaptación de la novela de George Simenon en la que participó el trío actoral formado por Noiret (asiduo actor en la filmografía de Tavernier), Rochefort y Denis, desarrollando la historia del padre que busca entender porqué su hijo es un asesino; obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Berlín y colocó de inmediato en el radar cinematográfico a su realizador.

Continuó su camino con la elusiva Que empiece la fiesta (1975), ambientada en el siglo XVIII a pocos años de la muerte de Luis XIV y centrándose en los consecuentes devaneos políticos y personales de aquellos años; le siguieron El juez y el asesino (1976), en la que retomó el caso real de Joseph Vacher, quien mató a una veintena de personas en el siglo XIX, incansablemente perseguido por un representante de la justicia, y Dos inquilinos (1977), en la que un director de cine que busca un espacio para escribir un guion (Michel Piccoli), termina apoyando a sus vecinos frente a los abusos del dueño.

Con actores angloparlantes de conocida trayectoria, realizó La muerte en directo (1980), crítica (no tan) futurista hacia los programas de televisión que invaden la privacidad, a la que le siguió Una semana de vacaciones (1980), acerca de una maestra encarnada por Nathalie Baye que se toma un descanso como espacio para reflexionar. Vendrían 1280 almas (Coup de torchon, 1981), adaptación de la novela negra de Jim Thompson, llevada al terreno del colonialismo de su país; los documentales Philippe Soupault et le surréalisme (1982) y Mississippi Blues (1983) con Robert Parrish, y tras un par de cortos, el sutil drama familiar Un domingo en el campo (1984).

Con la participación del gran saxofonista Dexter Gordon como un músico que viaja de EU a París para evadirse de sus problemas y reemprender su carera, presentó Alrededor de medianoche (1986), que lo diera a conocer entre un público más amplio de este lado del Atlántico; propuso un par de cintas con entorno bélico pero desde una perspectiva intimista: La pasión de Beatrice (1987), desarrollada durante la Guerra de los 100 años y la multipremiada La vida y nada más (1989), con el recurrente Philippe Noiret en el papel de un comandante encargado de investigar a los soldados franceses desaparecidos tras la I Guerra Mundial. Entre ambas rodó el documental televisivo Lyon, le regard intérieur (1988)

En Nuestros días felices (Daddy Nostalgie, 1990), abordó un reencuentro de un convaleciente padre con su hija y esposa y participó en un filme colectivo coescrito por Edgar Morin con el segmento Contre l’oubli (1991), junto a diversos realizadores franceses. Realizó el documental La guerra sin nombre (1992) con Patrick Rotman y volvió al thriller policiaco con tintes de drama L.627 (1992) y al cine de época vía La hija de D’Artagnan’ (1994), en la que actuó Sophie Merceau. Con base en el libro de Morgan Sportès que a su vez retomo un caso real, produjo La carnada (1995), alrededor de un siniestro plan juvenil fallido, y que le mereció el Oso de Oro en Berlín; continuó con Capitán Conan (1996), una vez más revisitando la I Guerra Mundial, un corto y el documental De l’autre côté du périph (1997).

Cerró el siglo con la cercana mirada a la realidad educativa institucionalizada en Mañana será otro día (1999), en la que un director de un preescolar trasciende su compromiso y responsabilidad en busca del bienestar de los niños, más allá de los muros de la escuela. Abrió el nuevo Notivox con los documentales Histoires de vies brisées: les ‘double peine’ de Lyon (2001) y Les enfants de Thiès (2001), seguidos por la biográfica Salvoconducto (2002), desarrollada en París durante la ocupación nazi en la que un miembro de la resistencia y un guionista buscan sobrevivir desde diferentes estrategias prácticas y morales. El apunte social, presente en buena parte de sus filmes, apuntaba hacia el análisis de la sociedad francesa revisada desde distintas épocas y contextos.

En el tramo final de su trayectoria, dirigió La pequeña Lola (2004), sobre los vericuetos de la adopción y el significado de tener un hijo; el drama criminal In the Electric Mist (2009), con reconocido reparto estadounidense y escenificada en la Luisiana post-Katrina; La princesa de Montpensier (2010), intenso drama romántico y político del siglo XVI; la comedia política Quai d’Orsay (2013) y Viaje por el cine francés (2016), un fascinante recorrido ampliado después a serie de televisión, a manera de homenaje y remembranza por las cintas de su patria que lo marcaron como realizador. Formó creativo matrimonio con la guionista Colo Tavernier, quien falleció en el 2020, y también trabajó con sus hijos Nils y Tiffany. Murió el 25 de marzo del 2021 en el poblado de Sainte-Maxime al sureste de Francia.


Fernando Cuevas

cinematices.wordpress.com

@cuevasdelagarza


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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