Política

El fentanilo: nueva amenaza a la salud pública de dos países vecinos

  • Columna de Fabián Medina
  • El fentanilo: nueva amenaza a la salud pública de dos países vecinos
  • Fabián Medina

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Las drogas son las enemigas
del futuro y de la esperanza.
Cuando luchamos contra ellas,
luchamos por el futuro.
Bob Riley

El fentanilo es una de las drogas adictivas más poderosas que hoy se puede conseguir con un terrible e inmediato poder letal. Su arribo y creciente presencia en México puede desencadenar repercusiones serias que todavía no han sido suficientemente valoradas.

Por ello, resulta esencial identificar los medios de distribución, sus rutas de tráfico y el perfil de las personas a las que se dirige. Este sedante sintetizado, que se usa legalmente en Estados Unidos desde 1968 para aliviar dolores extremos —utilizado en su mayoría en pacientes de cáncer—, en su versión ilícita se conoce como China Town, Jackpot, Murder8 y El Diablito (mezclado con heroína).

Uno de los retos más acuciantes del fentanilo es que se vende en forma de pastillas, idénticas a la oxicodona, medicamento que requiere receta médica y es administrado en pequeñas dosis para evitar el riesgo de adicción.

A diferencia de la heroína, es un opioide sintético no derivado de la goma de opio. La razón de su “éxito” creciente y distribución proviene de las ganancias millonarias que aporta a la delincuencia: un kilogramo del producto sin procesar puede valer más de un millón de dólares en el mercado estadunidense y hasta más de diez si es elaborado en pastillas.

Este próspero comercio es ya una grave amenaza a la salud pública en EU. El fentanilo es sumamente letal: hasta 100 veces más poderoso que la morfina haciéndola altamente adictiva. Una persona puede morir con solo ingerir dos miligramos de esta droga, el equivalente a unos granos de sal.

Según estimaciones de la Administración para el Control de Drogas de EU (DEA), un kilogramo de fentanilo resulta suficiente para matar a casi medio millón de personas. Asimismo, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señala que el fentanilo y otros opioides causaron casi 28 mil muertes en en 2017, un número alarmante dado su incremento de 5.44 en 2014 (el primer año que la CDC comenzó a catalogar las muertes por esta droga). Adicionalmente, la Sociedad de Actuarios estima el costo nacional de la crisis de los opioides en unos 618 mil millones de dólares entre los años 2015 y 2018.

La mortalidad del fentanilo no ha pasado inadvertida en numerosos países del mundo, y se le ha catalogado con un nivel semejante a la que posee un arma de destrucción masiva. El daño es tal que varios gobiernos han establecido normas de precaución que obligan a las autoridades a usar trajes especiales para evitar su absorción, además de portar “nalaxona nasal”, un antídoto temporal para las sobredosis de opioides que permite a los usuarios recobrar la respiración y la conciencia.

A diferencia de los opiáceos “tradicionales”, la distribución de este nuevo derivado tiene un modus operandi que depende en gran medida de las nuevas tecnologías. Las rutas del fentanilo son extremadamente sigilosas. Un ejemplo de estas páginas fue AlphaBay, un mercado de drogas digital que contaba con más de 250 mil anuncios para la compra y venta de drogas y otros químicos tóxicos,antes de ser clausurado por el Departamento de Justicia de EU en 2017.

Además, su transporte no implica los riesgos de otras drogas: son cantidades mínimas, apenas un par de gramos, ya que el consumo suele ser en proporciones aun menores, con dosis de tan solo una pastilla que en muestras equivalen a solo 1.5 miligramos de la droga (0.5 menos de la cantidad letal). Esto facilita su distribución por medio de personas, conocidas como mulas.

Lo anterior, aunado a la poca inversión para su confección que según estimaciones de la DEA solo requiere de unos 3 mil dólares, el gran mercado para las drogas en EU se ha convertido en el negocio más lucrativo para las organizaciones criminales, como el cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Esto está requiriendo nuevas tácticas policiales para detectar el tráfico e intentar, sin mucho éxito, evitar el trasiego y erradicarlo sin demora.

Hasta el momento, el aseguramiento más grande realizado en ese país ha sido de 115 kilogramos, una cifra minúscula frente a la incautación más grande de cocaína a la fecha: 15.87 kilogramos (15.8 toneladas), ambas sucedidas en 2019.

Nuestra vecindad enciende las alertas, ya que si bien México no tiene un problema de consumo, la posible expansión de esta sustancia en la nación en tránsito, producción y distribución, sí enfrenta todas las fases previas.

La DEA, en su evaluación nacional sobre amenazas de drogas, advierte la dificultad de rastrear el estupefaciente desde su origen. Aunque se sabe que se elabora en fábricas chinas, trafica mediante servicios de paquetería y rutas aéreas de República Dominicana y terrestres de México hasta Estados Unidos mediante empaquetados artesanales —por ejemplo, en frascos de vidrio cubiertos con vendas y aceite de coche— que las hacen prácticamente indetectables al olfato de los perros y de la tecnología existente.

Según esta misma fuente, Baja California es el principal proveedor de la sustancia a EU, pese a que no se fabrica ahí, sino en laboratorios de Sinaloa y Michoacán.

El estudio Cuqueando la Chiva, realizado en 2019 por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reveló que en Tijuana, en tres distintos “picaderos”, 55 de 59 muestras de heroína y cristal contenían impurezas.

Diversos factores que han afectado la producción de drogas en México pudieran incitar a una mayor comercialización del fentanilo. Por ejemplo, el Network of Researchers in InternalAffairs (NORIA) señala que en México ha ocurrido una drástica caída en los precios de la goma de opio en entidades como Guerrero, principal centro productor: el mercado del opio en la nación canalizaba cerca de 19 mil millones de pesos a las comunidades más pobres del país. Lo anterior, debido a que agricultores podían generar más de 20 mil pesos por kilo de opio, generándoles un posible ingreso anual de 200 mil pesos. Con las mayores ganancias que se pueden obtener con el fentanilo, se espera un cambio en el mercado de producción de drogas.

Tomando en cuenta lo anterior, desde las instituciones nacionales, estatales y locales, debe diseñarse una estrategia coordinada con cifras oficiales de la población adicta a la sustancia para hacer frente al aumento de esta nueva tendencia. Es también nuestro deber individual como padres, hijos y ciudadanos hacer frente a este flagelo. A reserva de que se realicen nuevos estudios, es indispensable que tomemos en serio la tarea de investigar más sobre el fentanilo y sus consecuencias, para hacer frente a un riesgo inminente tanto a la salud pública de nuestro país como a la de nuestro vecino del Norte.

* Jefe de Oficina del Canciller

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