No es inocentada fuera de tiempo. Grandes, grandes ricos de los Estados Unidos de América reclaman, de manera insistente, a su gobierno federal que les aumente los impuestos.
Los grandes ricos de Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Francia, Alemania, Nueva Zelanda (o sea los de orientación socialdemócrata) se manifiestan conformes con la recaudación de impuestos progresivos: que paguen más, y en mayor proporción, los que más acumulan.
En México hemos mejorado en los últimos tres años: de una miserable recaudación del 11 por ciento sobre producto nacional bruto, a una miserable recaudación del 13 por ciento sobre el PIB; ni siquiera la tercera parte, en proporción, de los demás países miembros de la OCDE.
Va en serio: varios multimillonarios de los Estados Unidos, entre ellos: George Soros, así como Abigail Disney, Nick Hanahuer (de Amazon), Warren Buffett, y Sean Eldridge (de Hudson River), en una carta publicada el pasado lunes 24 de junio por internet, y difundida por Associated France Press en nota de Nueva York del 26 de junio, se dirigen a los candidatos.
“Escribimos a todos los candidatos a la presidencia, republicanos y demócratas, para que apoyen un impuesto moderado a las fortunas del décimo más rico del uno por ciento de los estadounidenses: o sea nosotros”.
Como es sabido, en los últimos años en los Estados Unidos ha surgido una fuerte toma de conciencia cívica, y de reclamo social, de las grandes mayorías del pueblo norteamericano, que se identifican como “nosotros el 99 por ciento,” frente a los poderosos del “1 por ciento”.
En la carta los grandes grandes se reducen a la décima parte de ese 1 por ciento, es decir: ellos son el 1 por mil. Quieren que se les cobre impuestos adicionales sobre sus fortunas: sobre sus capitales.
Aquí el SAT condona, al menos durante 37 años, impuestos sobre la renta, o sea: sobre sus utilidades, a los 100 más ricos ricos, por un monto anual promedio de 400 mil millones de pesos, según datos oficiales de la propia Auditoría Superior de la Federación.
El SAT lo hace cada año según la ley: la Ley Federal de Ingresos de la Federación. Condona, con la aprobación de la mayoría de los diputados federales de la mayoría de los partidos, que venden su alma al SAT por un plato de lentejas. Los amables lectores podrán preguntar al diputado federal de su distrito cómo votó la Ley Federal de Ingresos para este año 2019.
Igualmente podrá observarse que el actual Presidente de la República no tendrá ninguna necesidad de romper su compromiso de campaña de no aumentar impuestos. Bastará con que ahora el SAT NO condone a los grandes grandes; o sea: que cobre parejo a todos, sin cargar la mano sobre la sufrida y exhausta clase media; y sin aumentar la tasa.
Volviendo a nuestros vecinos del Norte, dicen los potentados: “el próximo dólar de nuevos ingresos impositivos debe provenir de los adinerados, no de los estadounidenses de medianos o bajos ingresos”. Añaden: “Estados Unidos tiene la responsabilidad moral, ética y económica de tasar más fuertemente nuestra fortuna”. Más fuertemente.
La carta citada hace además una propuesta por el bien colectivo: que el dinero de esta recaudación se destine para “ayudar a enfrentar la crisis climática, mejorar la economía, eficientar el sistema de salud, crear más igualdad en nuestras oportunidades y reforzar nuestras libertades”.
Como se puede observar, no lo ven sólo como un asunto de ética, sino de la propia economía y hasta de sobrevivencia colectiva. No están chiflados; ilustrados como son, saben que la salud de la economía está en el ingreso repartido acrecentando la demanda real. No es sólo ética; es economía.
De este lado, parece que va en serio la superación de la terapia intensiva de Pemex, la empresa central y fundamental del desarrollo nacional propio: 23 bancos nacionales y extranjeros acuerdan con el Presidente de la República el refinanciamiento a Pemex por ocho mil millones de dólares, correspondientes a este próximo año. Formalizado el jueves 27 de junio. No aumento de deuda. El crédito más grande de la historia del país no necesitó de calificación crediticia: J. P. Morgan, HSBC, BBVA, Barclays, Santander, Societé Générale, BNP, Banorte, Bank of America, Citibanamex, Mizuho, Scotiabank, Bank of China, Goldman Sachs, ING, Natixis, Morgan Stanley y seis más.
A estos bancos, al parecer, les queda claro lo que no entienden las calificadoras autodesignadas: que Pemex no está hecha para generar utilidades propias como empresa privada con “plan de negocios”, sino ser la columna del desarrollo nacional propio.
Nuno Matos de HSBC dijo: “Esta operación demuestra nuestra confianza en la operación actual de Pemex que le da este gobierno”.
www.estebangaraiz.org