En días pasados, el grupo parlamentario de Hagamos presentó una iniciativa ante el Congreso del Estado para que se discutiera y aprobara una reforma que permita la muerte digna a personas con enfermedades terminales, así como dotar al estado de infraestructura necesaria para brindar cuidados paliativos. Es un tema muy polémico que muchas veces se basa en los alcances que debe tener el Estado sobre la vida de una persona y sobre todo, un tema en que de manera natural inciden aspectos éticos, religiosos, médicos y morales, por decir algunos. Porque no hay nada más valioso que la propia vida y la manera en que se sobrelleva en una situación adversa, como algún padecimiento.
La iniciativa busca brindar opciones, esto es, ampliar el abanico de posibilidades que una persona pueda tener. Creo firmemente que la libertad se basa en la capacidad de contar con opciones y decantarse por alguna de ellas, en beneficio propio y sin causar efectos negativos en los demás. La iniciativa que propone Hagamos no es una situación punitiva o que somete al sujeto a la voluntad de alguien más o del Estado sobre la vida, la propia vida. La iniciativa reposa, en lo contrario, en que nadie ni nada tiene el derecho de decidir sobre la situación personal de cada uno de nosotros, más que nosotros mismos. Somos los responsables de nuestra propia existencia y los primeros que observan las repercusiones de lo que hacemos con nuestra vida. La iniciativa busca generar una opción legal, que permita a pacientes terminales acceder a mecanismos que permitan terminar con su vida y evitar tener situaciones más complicadas. Esta situación sería determinada por una autoridad médica que sustente que la condición de un paciente será irreversible y su salud decaerá hasta condiciones dolorosas para quien padece y sus familiares. Se trata también de la condición del dolor que se infiere en los tratamientos médicos que se le administran al paciente, a veces, de carácter paliativo.
Pero en el fondo creo que la iniciativa se trata de la libertad, de la condición que todas y todos debemos de tener y que implica un alto grado de responsabilidad sobre cómo actuamos ante las opciones con que contamos y la manera en que las abordamos. La iniciativa de muerte digna es una opción que puede abrirse para cualquiera de nosotros, la de tener la posibilidad de tomar una decisión, como todos los días lo hacemos, de manera racional y ponderando cada una de las opciones con las que contamos en una situación que se pueda complicar y sobre todo, cuyo resultado final resulta inevitable.
La iniciativa se encuentra en el Congreso y corresponde a las y los legisladores encabezar la discusión que, esperamos, como todo tema público, tenga eco en la sociedad jalisciense.
Recientemente, Hagamos impulsó el matrimonio igualitario, otro de los temas polémicos que en el fondo también se trata de abrir más posibilidades, de ampliar las libertades que tenemos como ciudadanos, de contar con opciones viables y crear un criterio válido, legal e informado que permita a cada uno de nosotros tomar conciencia y acción sobre una de las preguntas más importantes que debemos tener y que todos en algún momento hemos enfrentado o nos cuestionaremos, la de la muerte, una etapa en que también debe procurarse la dignidad y el respeto a la persona, saber cuándo irse, para quedarnos en la memoria de los demás.