Durante décadas, la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas fue un parapeto; en vertical con el CEN se rigió ligeramente, lo necesario, su directriz era local, más como una “secretaría política” del Gobierno del Estado, de su mandatario en turno, del monopolio ranchero que auspiciaba sus gastos, operación, sus alfombras rojas y encandilantes reflectores, esos códigos discursivos arcaicos y fanfarrias pululantes hasta el hartazgo.
Los ‘gobers’ armaban sus fiestas, bajaban ordenaban, daban coscorrones, bulla y bullying a sus militantes no alineados o incómodos, un club social de ‘carros completos’, sin oposición, es más, dominada por nómina.
Tras un fracaso en cascada, tras el apeste de apellidos antes santificados, el partido busca renovarse.
Y llega Yahleel Abdala a la dirigencia estatal, una mujer de rostro fresco que en la última campaña, pese a ser parte de la tumultuosa derrota (salvo algunos selectivos casos), tuvo reflectores.
También es la mujer que en su campaña al Senado rechazó abiertamente utilizar los colores de su partido y hasta el sello.
Apenada entonces del oloroso PRI, hoy le toma las riendas con una sonrisa, en la misma penumbre de Ruiz Massieu y con una debilitadísima estructura en lo nacional y en lo local.
Una nueva oportunidad de una mostrar una cara nueva, algo que el PRI no ha logrado.
Desde el desastre de las elecciones del 2000 y 2006, y luego poco a poco las derrotas estatales, el partido se entendió dinosaurio y presentó una “cara joven” de nuevos y viejos valores y un hambre que les regresó la Presidencia en 2012... pero para ello vació las arcas de los estados, para su glorioso retorno.
Hoy el partido es ninguneado, catalogado, investigado, se les ocurre desde Los Pinos oootra renovación, con Claudia, una mujer joven de apellido viejo, encargada de limpiar el desmadre, con deslindes, insuficientes deslindes, y hasta la propuesta de cambiarse el nombre… ¡nombre, unos genios!
Renovación es la palabra clave, el discurso.
Y eso mismo lo bajan a lo estados.
El viernes, con la plana mayor a medias, la señora Yahleel asumió el riesgo propio, tomar un partido gangrenado, buscará hacer lo suyo pese a la peste política de la insignia, desde el CEN, con viejos nuevos, y en el estado, sin saber qué hacer si papá gobierno no les da dinero y órdenes, y donde, sea como sea, hay un gobernador que opera como un verdadero priista.
