"¿Cómo puedo evitar ser un farsante cuando toda esta gente me hace creer cosas que todos saben que son imposibles?”, se justifica un desinhibido Mago de Oz tras mostrarse en verdad contrastando con esa realidad a toda el aura fantasiosa prometida en la Ciudad Esmeralda.
En la política la cosa anda por el mismo lado.
Prometer es, como el poderoso mago que no fue mago ni poderoso, la herramienta del político para atraer la atención del necesitado apelando a más que corazón, valor, cerebro y la vuelta a casa.
Desde el domingo que iniciaron las campañas electorales para diputados federales, vamos a vivir una travesía muy similar a la narrada por Lyman Frank Baum, en la que elegiremos las fórmulas mágicas para cambiar a país desde temas tan sensibles como la salud pública, la seguridad, la corrupción, pero sobre todo, el odio y divisionismo nacional.
Es una elección increíblemente compleja ya que, aunque no lo parezca, AMLO es la figura preponderante pese a no aparecer en la boleta, una figura retórica repetida hasta el cansancio, que seguiremos viendo y escuchando a través de las voces de los candidatos y de la oposición.
La manipulación de la verdad, crear necesidades, mostrar anhelos, son ejercicios sobre el cual se basan la política, que este año tiene los comicios más grandes en la historia de nuestro país, así que al igual que la comitiva que buscaba al todopoderoso Oz, iremos creyendo conforme nuestra ideología y estatus social.
¿Es una lucha fifí contra chairos?
Lo dudo, sin embargo este discurso disruptivo está tan impregnado en el día a día, que parece que será esencial en la toma de decisiones del electorado.
Tomo entonces otro párrafo del famoso libro del siglo pasado, un diálogo entre el espantapájaros que buscaba un cerebro y el hombre de hojalata que pedía un corazón:
-Sin embargo yo pediré un cerebro en vez de un corazón, pues un tonto sin sesos no sabría qué hacer con su corazón si lo tuviera- dijo el hombre de paja.
-Yo prefiero el corazón -replicó el Leñador- porque el cerebro no lo hace a uno feliz, y la felicidad es lo mejor que hay en el mundo.
Entonces hay que preguntarnos, qué es lo que realmente buscamos, antes de caer en manos farsantes que nos venderán toda una fantasía, sin saber que el poder está en nuestras manos. _