Cultura

Otros oficios de los escritores

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Samuel Beckett es etiquetado como inútil epígono de Maurice Maeterlinck por Arno Schmidt. Para Voltaire, Homero es aburrido; y James Joyce es un mediocre para Gottfried Benn, D. H. Lawrence, Virginia Woolf y Ezra Pound. Vladímir Nabokov considera una nulidad a Thomas Mann, Joseph Conrad, Albert Camus; La Divina Comedia, para el expresionista alemán Albert Ehrenstein, es la obra escolar, cerebral, pesada y sádica de un poeta musical, pero monótono”, evoca Claudio Magris, quien a su vez ha sido criticado con ferocidad.

Según el autor las opiniones divergen dependiendo del criterio personal, pero albergan otra característica en común aparte de la escritura: durante una época debieron ocuparse de algo que no implicara solamente procurarla. Trabajos forzados (Impedimenta) ofrece una oportunidad de conocer a ídolos literarios, más allá de ilustres títulos, por oficios que desempeñaron con tal de sobrevivir o aumentar fortunas en ciernes.

Los escenarios que propone Daria Galateria (Roma, 1950) son múltiples y así como exaltan el talento, igualmente demuestran la mezquindad que existe en cualquier consorcio humano. El trabajo a veces se justifica con la necesidad, otras representa simplemente la decisión de ocuparse. ¿Podría ponerse en duda su legitimidad? Trabajar motivado desde una exigencia creativa (con tal de sostenerla) confiere dignidad, aunque los escritores hubiesen preferido evitarlo.

Contra el narcisismo exasperado, ninguna de las actividades sesga sino que potencia la escritura, resultan medios cuya intención queda implícita al publicar: Jack London fue cazador de ballenas en el Ártico; George Orwell fue lavador de platos en Londres; Maxim Gorky fue pinche de cocina en el Volga; Charles Bukowski fue cartero en Estados Unidos; Italo Svevo fue emprendedor en el sector de las pinturas navales; Georges Perec fue documentalista en un laboratorio médico; Franz Kafka fue agente de seguros; T. S. Eliot renunció a dar clases en Harvard eligiendo la contabilidad; Mijaíl Bulgákov fue doctor, Louis-Ferdinand Céline también; Raffaele Viviani era acróbata y Bruce Chatwin redactaba catálogos en la casa de subastas Sotheby's (…)

Y la lista continúa.

Todo lo compensa el oficio, esencial en la condición de ser entonces quienes hoy recordamos. “Ninguna falsedad, ni reforma o convulsión hace penetrar la finalidad en el universo donde los trabajadores están situados por condición misma”, afirma Simone Weil. He ahí el mérito.

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Erandi Cerbón Gómez
  • Erandi Cerbón Gómez
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  • Erandi Cerbón Gómez (Ciudad de México, 1991) hizo estudios de filosofía en la UNAM y escribe sobre libros en Notivox desde 2014. Publica los jueves cada 15 días su columna Igitur.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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