La búsqueda de significado es un móvil constante que impulsa para llevar a cabo cosas. Sin embargo, su descubrimiento pende en parte del mismo esfuerzo por revelarlo. David Antona González (1930-2013), igual que cualquier otro escritor durante el régimen franquista, dejó su patria. Sobre él hay publicado poco más que El río en la sangre (Queimada Ediciones) y La balada del metro sin puertas (La Felguera Editores), título que fue un éxito en su tiempo.
Esta parábola adopta el transporte público que toman a diario miles de personas. Su protagonista se cuestiona acerca de la existencia moderna y nuestra condición humana yendo y viniendo en pos de sentido. “La trama dura y luminosa de los días y las horas sucediéndose a sí mismos; de los gestos humildes y repetidos”.
Los escritores exiliados quedan exentos de la paz que se halla en lo sedentario teniendo un estilo dinámico, proclive a cambiar. De Antona no tenemos una extensa bibliografía: hijo del dirigente cenetista David Antona Domínguez, abandonó España, cuando el fascismo, instalándose en Francia, donde lo arrestaron y años después vuelve al terruño. Mientras tanto, ¿qué sucedió a detalle? Es un misterio. Sus letras son el único testimonio íntimo.
El lirismo necesita aparte de técnica una experiencia con la cual sustentar los hechos y nutrir la imaginación. Así, las corrientes que hoy versan sobre filosofías para vivir son tan antiguas como el primer hombre que se cuestionó si hay algún método de hacerlo durante un tiempo decadente.
Por Erandi Cerbón Gómez
@erandicerbon
