Sorprendió a muchos que la Secretaría de la Defensa Nacional, en sus comerciales de Radio y Televisión con motivo de las llamadas “fiestas patrias” de Septiembre, después de mencionar a los caudillos de la primer insurrección fallida—los mismos que suelen corearse desde hace 80 años—cambiara el guion y con ello las inercias propias de la historia de bronce, echando vivas a Agustín de Iturbide y su Ejército Imperial de las Tres Garantías.
Montado gráficamente sobre un escenario fugaz con fondo rojo, en que la siluetas, los nombres y efigies de los caudillos son mostradas en un comercial de 20 segundos de duración, mismo que se ha venido repitiendo de manera constante las semanas previas a las festividades del día 15, llamó la atención que el verdadero Autor de la Independencia y de nuestra bandera fuera nombrado finalmente: luego que su nombre en letras de oro fuera arrancado del Congreso y prohibida la estrofa VII del Himno Nacional Mexicano—que lo menciona—por órdenes de Álvaro Obregón, en el marco de su gestión por ser reconocido como presidente de facto ante Estados Unidos (luego de haber asesinado a Venustiano Carranza) y frente a la firma ominosa de los Tratados de Bucareli (donde comprometía el desarrollo industrial de México por cien años, en favor del estadounidense, y desmontaba la industria existente).
Entre los sorprendidos aparece Judith Amador, autora de un reportaje sobre el mismo para la revista PROCESO, quien pese a haber entrevistado a una especialista en Historia como la Doctora Guadalupe Jiménez Codinach, atribuye que a Iturbide se le descalificó bajo el mote de “traidor” por haber permitido ser coronado Emperador “trastocando los ideales republicanos”(?)
Desconoce la autora que en ese entonces dichos ideales eran tan impopulares como inexistentes, como confiesan Lorenzo de Zavala y José María Bocanegra,—enemigos políticos de Iturbide—quienes admiten su elección como un acto soberano y popular cuya alegría se manifestó de manera unánime y espontánea en todas las provincias (incluyendo Centroamérica, que había pedido a Iturbide anexarse al Imperio Mexicano y ser protegida contra los españoles; y los estados que ahora pertenecen al sur de la Unión americana) como lo han demostrado Jaime del Arenal Fenochio, Timothy E. Anna, David Brading, José Antonio Jiménez Díaz y la propia doctora Codinach.