Política

Cuerpos

Desaparecen los cuerpos para que no exista delito. No hay qué perseguir. No hay asesinato. No hay rapto. No hay exterminio. No hay violación. No hay tortura. No hay registro.

“Desgraciadamente no hay cuerpos”, comentó Murillo en aquella ocasión.

Escucho ahora que se llenan la boca de nuevas verdades, mientras se altera la escena del crimen.

Todavía no atrae el caso y ya lo contaminó. Desintegra, una vez más, la posibilidad de justicia y no repetición. Es parte del mecanismo aceitado desde el poder.

La propaganda es instrumento. La confusión es regla. La polarización es primordial. Ellos son los organizados. El pueblo no. Ese les pertenece. Lo toman. Se apoderan del cuerpo.

Sigo pensando en el cuerpo.

Aquel capturado en Jalisco o en Tamaulipas o en Guerrero o en Coahuila o en Chiapas o en Sinaloa o en Michoacán o en Baja California o en Veracruz…

Pienso en el cúmulo. En los de La Bartolina. En los de La Gallera. En los de Teuchitlán. Desprovistos de sus pertenencias. Asustados. Enajenados con la “ropa y botas tácticas” del cártel, como dijo ayer el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. O desmembrados o calcinados. Porque mataron a quienes se resistieron, según el testimonio citado por el propio funcionario federal.

El cuerpo sometido hasta poseer su alma. O la belleza del mismo reducido a “resto óseo”.

Lo lastiman. Lo dominan. Lo marcan. Lo cortan. Lo pulverizan. Lo destruyen.

La herida abierta ante el vacío del cuerpo.

Y el social, paralizado. Perdido. Temeroso. Aturdido. Silenciado.

Tal vez nos quedan algunos. Los de ellas. Sin duda.

Las que rascan la tierra. Las que buscan a sus seres queridos. Las que identifican el tatuaje de otra piel. Las que conocen el olor de la tierra que los cubre. Las que quieren abrazarlos. Las que marchan. Las que gritan. Las que portan fotografías y pancartas: “El gobierno no busca porque si busca se encontraría a sí mismo”. “Quemados por el crimen, olvidados por el Estado”. “Gobierno, te presto sus zapatos para que sigas sus pasos”. “Se ve, se siente, nos gobiernan delincuentes”. “Que el miedo no nos paralice, que la rabia nos organice”. “¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?”

Las madres.

Principio y fin.

Aquí entre nos

Y desde lo alto se pintan de cuerpo entero. Se victimizan. Tapan. Culpan. Señalan. Desvían. Reducen. Alteran. Minimizan. Porque Teuchitlán es la punta de un iceberg que supura.


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Elisa Alanís
  • Elisa Alanís
  • Periodista. Máster en Análisis Político y Medios de Información. Escribo #RazonesyPasiones en @Milenio. Conduzco #ElisaEnMilenio
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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