Mañana es el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. En mi país, la crisis es mayúscula. Es uno de los lugares en donde más se perpetra esta atrocidad con total impunidad.
México, a pesar de sus gobiernos, es una gran nación. Pero, por sus gobiernos, es también una fosa clandestina. Una madre rascando la tierra. Una hermana tratando de encontrar paz en un resto óseo. Un padre portando el retrato de su ser querido. Una juventud en riesgo. Un político coludido. Un cártel dominando la región. Un mandatario queriendo maquillar cifras. Un funcionario intentando borrar la memoria.
Como saben, este delito no prescribe y se continúa cometiendo todos los días, mientras no se dé el hallazgo.
Además, el término “forzada” implica que están involucradas autoridades. Es decir, las administraciones actuales, locales y federal, civiles y militares son responsables y cometen el crimen. Necesitamos empezar a enfatizar este hecho para entender lo que nos sigue sucediendo.
En medio de esta oscuridad, la cabeza de la Comisión Nacional de Búsqueda Karla Quintana se vio obligada a renunciar. No quiso ser parte de la “estrategia” que puso en marcha AMLO.
Y es que la trampa es: reducir el sobrerregistro e ignorar el subregistro.
El truco es usar a los “servidores de la nación” y a las “fiscalías autónomas” para que, por un lado, se depuren listas y, por el otro, no se alimente más el registro nacional de personas desaparecidas y no localizadas. Y claro, dejar en el olvido el gran subconteo que se tiene.
Recordemos que la propia Karla me dijo, en entrevista en Notivox 20 horas, tres cosas:
1. En este sexenio aumentó el número de víctimas de desaparición forzada.
2. El subregistro es grande. Se rebasan las 111 mil y en algunas regiones hay que multiplicar este escalofriante dato oficial por dos, tres, cuatro o hasta por cinco.
3. Ante la desconfianza en la FGR, la comisión de la cual era titular estaba recibiendo denuncias para acercarse lo más posible a la realidad.
La salida de Quintana era cuestión de tiempo. Las presiones se agudizaron. Lo único que podía mantenerla era el apoyo de Alejandro Encinas. Ni Adán ni Luisa María defenderían su trabajo. Y ese apoyo terminó.
Mientras tanto, miles de hogares mexicanos siguen de luto y la tragedia no cesa.
Aquí entre nos
Lo que Felipe Calderón desató llegó a la cúspide con López Obrador.