Los datos sobre la aparición de la variante ómicron en el mundo y el anuncio de la OMS para tomar precauciones sanitarias, son reflejo de que a un mes de terminar 2021 aún no se tiene control sobre la pandemia.
A dos años de aquel noviembre de 2019 en donde se reportaron los primeros casos de covid en Asia y su propagación por Europa y América en meses posteriores, el mundo científico ha logrado únicamente contener la cepa original y sus derivaciones más conocidas, el resto es una incógnita, incluso desde el origen que no ha sido aclarado del todo, hasta el futuro inmediato.
Médicos de Sudáfrica han hablado en los canales informativos más grandes del mundo, solo para decir que esto es producto del acaparamiento de las vacunas por parte de las grandes potencias, sin embargo, no se puede tener la certeza de que a una población con más personas inmunizadas le vaya a ir mejor que al resto del planeta.
En México se vivió algo similar con el H1N1 en 2009 cuando se anunció al paciente cero por la gripe que también paralizó al mundo, y también existía la vacuna de la influenza en el país y también se le ponía a quien así lo deseara, teniendo una buena cantidad de habitantes con una dosis contra el virus estacional y ni así se pudo contener en aquel entonces la primera pandemia del siglo. En la actualidad, diez años después, la experiencia únicamente nos conduce a tener medidas emergentes contra un enemigo invisible. Las estadísticas muestran que la efectividad de la vacuna, en todas sus marcas y presentaciones, produce una protección a largo plazo, contrario a lo que ha empezado a suceder con los no vacunados y la variante ómicron. El riesgo es permanente y parece que no será pronto el final de este suceso, por lo que una vez más se pone a prueba la existencia humana, con más elementos para defendernos, pero con la misma incertidumbre de qué pasará de aquí a unos meses.
Eduardo González
Twitter: @laloflu