De forma oportuna emergen en Morena Hidalgo los cuestionamientos disfrazados de pensamientos de izquierda y las oportunidades de debatir al interior sobre la reciente renovación de la dirigencia estatal, a días de la llegada de la 4T al gobierno.
Son casuales debido a que de 2015 a la fecha, siete años de existencia de Morena en el estado, nunca se habían leído o escuchado tantas críticas y señalamientos por los propios miembros del partidos obradorista, quienes supuestamente deben estar trabajando en pro de la unidad, previo al inicio del gobierno de Julio Menchaca. En el lapso de estos días, ya se pronunciaron el delegado del Bienestar, Abraham Mendoza, los diputados locales del partido, la mayoría del Grupo Universidad, los ediles que conformaron su propio frente político y de trabajo bajo la coordinación del presidente municipal de Nopala, Luis Enrique Cadena, entre otros personajes.
Incluso, se habla de que están planeando impugnar los resultados donde el recién electo dirigente Marco Rico, ganó por dos votos al ex diputado Gustavo Callejas, quien días después se supo que fue propuesta del delegado del Bienestar, Abraham Mendoza, que pidió a consejeros del partido no entregarlo al nuevo gobierno.
Dichos conflictos parecen estar hechos a la medida, y desde el interior del propio morenista que debería estar sumado hoy en apoyo total al inicio de lo que será el primer gobierno de transición en la entidad, tras haber derrotado al PRI, como nunca antes había ocurrido.
Sin embargo aquí están, peleando por sentirse uno más poderoso que el otro, por no reconocer que quien ganó por su campaña y por haber sido seleccionado por la dirigencia nacional de Morena es Julio Menchaca Salazar y no hay mantra o karma o situación que lo pueda modificar. Hidalgo está a días de la transición y los problemas políticos ya están presentes, pero en el partido que se supone debe ser el oficial del gobierno del estado.
Eduardo GonzálezTwitter: @laloflu