Los dimes y diretes entre actores políticos hidalguenses suben de tono conforme pasan los días y no hay acuerdos en temas como: Congreso local, huelga en Pachuca, relación Presidente y Gobernador, Morena y PRI, manejo de los recursos e inexistente operación de la representación federal en Hidalgo.
Ante ello, se opta por caminos inexorables como el del silencio que dentro de la vida pública de una organización, partido o administración pública, es el peor de los rumbos.
La falta de argumentos lleva a una mala toma de decisiones y a un nulo manejo en las crisis de comunicación. Cuando no se sabe qué decir, ni cómo transmitirlo, suele haber malos entendidos y palabras a medias, o lo peor, mensajes inconclusos con un feo final para sus interlocutores.
Apostarle a las redes sociales para hacer política es caer en el más bajo de los niveles y eso sucede con quienes carecen del sentido de la autocrítica, pero sobre todo con una visión sesgada, demasiado limitada sobre el contexto político en la actualidad.
El propio Presidente ha llamado en repetidas ocasiones a la conciliación y el gobernador de Hidalgo ha hecho eco de ese mensaje.
Sin embargo, seguimos presenciando un circo mediático desde el Congreso, mismo que inició desde septiembre de 2018 cuando arribaron al Legislativo los diputados de Morena, que en un afán de protagonizar la tan ansiada y anunciada transformación, terminaron por sucumbir ante sus pasiones.
No todo lo que hace el gobierno es correcto, ni el federal, ni el estatal, pero sí es plausible la intención de coordinarse y caminar en el mismo sentido, cosa que no parecen entender quienes deciden desde sus oficinas y curules el destino de los recursos para municipios, para partidas especiales, obras y acciones.
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