Que más de un estudiante quedó decepcionado por el giro que está tomando el movimiento parista en la Universidad Autónoma del Estado de México, cuya marcha de protesta de la noche a la mañana pasó de pacífica, con grafitis y consignas, a arremeter contra lo que se les atravesara, desde oficinas y mobiliario hasta vehículos.
Peor aún, ayer no faltó alguno al que le pareció buena idea robar hasta paquetes de papel de baño de un centro comercial durante el trayecto. Sería bueno que determinaran si se les están infiltrando malos elementos que solo aportan desprestigio, pues nadie entre la comunidad podría explicar en qué ayuda este proceder a exponer su planteamiento y exigencia de cómo debe ser la universidad en temas de democracia, justicia y equidad para una joven generación que busca prepararse académicamente.
Que en el tren de esta marea de sucesos, ayer también trascendió que la (¿ex?) candidata a la rectoría, Eréndira Fierro, nunca renunció formalmente a sus aspiraciones, a pesar de que lo hizo público a través de redes sociales. Ahora quizá el tema, desde el punto de vista legal, pudiera entramparse aún más. Lo que haya resuelto el Consejo Universitario la tarde noche del viernes podrá clarificar o no el escenario.
Que el Colegio de Notarios ha tenido contacto pleno con la Fiscalía de Justicia estatal, y con el Tribunal Superior de Justicia para generar esquemas de verificación y prevención, para evitar situaciones que pudieran configurarse como ilícitos de particulares que pretenden trámites fraudulentos utilizando documentos falsificados a fin de lograr algún despojo. Estos métodos se están fortaleciendo con la comunicación institucional para alcanzar acuerdos hacia una coordinación efectiva que detecte e impida este tipo de casos.
Y es que el claro antecedente que detonó la lucha contra el delito de despojo, que fue el caso de Doña Carlota en Chalco. Al parecer los malogrados invasores habían presentado ante un juzgado una promoción argumentando la figura de usucapión, con papeles falsificados, involucrando luego a una notaría. De hecho la totalidad de dicho expediente puede ser real o no, pero era lo que exhibían para negarse a abandonar la propiedad.